martes, 31 de mayo de 2016

CONCIENCIA COMPLETAMENTE DESPIERTA

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. Salmo 51:10.

El pecado tiene una manera tal de cegar la mente que nos impide ver cuán malos somos en verdad. Nos sentimos seguros cuando, en realidad, no lo estamos. Podemos sentir que todo está bien cuando, en efecto, todo está mal.
Por un año entero pareció que David se había salido con la suya, tras su terrible acto de tomar a Betsabé y matar a su marido. Pero Dios tiene formas de despertar una conciencia que está durmiendo. En el caso de David, usó al profeta Natán.
Entregar un mensaje de reprensión al monarca de la nación podría costarle la vida al profeta. Cómo hablarle al Rey sin que le cortara la cabeza y ayudarlo a David a sentir arrepentimiento requirió de muchísima sabiduría celestial. Natán estaba listo. Entró con pasos largos hasta el salón del trono y le contó una historia para ilustrar su mensaje al Rey.
“Había dos hombres en una ciudad. Uno era rico y el otro era pobre”, comenzó. “El hombre rico tenía muchos rebaños y manadas, pero el pobre no tenía nada, excepto una corderita de mascota. Ella jugaba con él y sus hijos, y comía en la mesa de la familia. Hasta se acostaba con ellos cuando se iban a dormir. Esta corderita era tan cercana a la familia que era como una hija para el hombre pobre.
“Entonces, un día, un viajero se detuvo a visitar al hombre rico. En lugar de tomar una de sus propias ovejas, el rico tomó la única cordera del pobre y la sacrificó, para preparar la comida para el viajero”.
Los ojos de David se entrecerraron con enojo, mientras saltaba y exclamaba: “¡El hombre que ha hecho esta cosa es digno de muerte! ¡Y debería pagar al pobre cuatro veces!”
Natán fijó sus ojos en David y, con su mano derecha levantada hacia el cielo, dijo firmemente: “iTú eres aquel hombre!”
David había pronunciado su propia condena. Sin embargo, Dios transferiría la pena de muerte al hijo de Betsabé, y la sangre que David había derramado regresaría a su propia casa. »
Profundamente apenado por lo que había hecho, David escribió el Salmo 51. A pesar de que ciertamente no había sido un hombre conforme al corazón de Dios cuando pecó y encubrió su crimen, el Señor pudo aceptarlo, una vez más. cuando estuvo dispuesto a recibir el milagro de un corazón nuevo.

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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