«De cierto os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron». Mateo 13: 17
Las amonestaciones de la Palabra de Dios respecto a los peligros que rodean a la iglesia cristiana, son para nosotros hoy. Como en los días de los apóstoles, los seres humanos intentan, por medio de tradiciones y filosofías, destruir la fe en las Escrituras. Así hoy, por los conceptos de la «alta crítica», la evolución, el espiritismo, la teosofía y el panteísmo, el enemigo de la justicia está procurando llevar a la humanidad por caminos prohibidos. Para muchos, la Biblia es una lámpara sin aceite, porque han dirigido sus mentes hacia creencias especulativas que traen falsos conceptos y confusión. La obra de la «alta crítica» al criticar, conjeturar y reconstruir, está destruyendo la fe en la Biblia como revelación divina. Está privando a la Palabra de Dios del poder de guiar, elevar y transformar las vidas humanas. Por medio del espiritismo, muchos son inducidos a pensar que el deseo es la ley suprema, que el libertinaje es lo mismo que libertad y que el ser humano es responsable únicamente de sí mismo y ante sí mismo.
El seguidor de Cristo se encontrará con las «palabras persuasivas» contra las cuales el apóstol advirtió a los creyentes de Colosas (Col. 2:4). Se encontrará con interpretaciones espiritualistas de las Escrituras, pero no debe aceptarlas. Los fieles seguidores de Cristo han de afirmar claramente las verdades eternas de las Escrituras. Con la vista fija en Cristo, hemos de avanzar en la senda señalada, descartando todas las ideas que no están en armonía con las Escrituras. Hemos de espaciarnos y meditar en la verdad de Dios. Consideremos la Biblia como la voz de Dios que nos habla directamente. Así hallaremos la sabiduría divina.
El conocimiento de Dios, como está revelado en Cristo, es el conocimiento que deben tener todos los que han sido salvos. Este es el conocimiento que transforma el carácter. Si lo recibimos en nuestras vidas, volverá a crear en el alma la imagen de Cristo. Este es el conocimiento que Dios invita a sus hijos a obtener, pues en comparación con él todo lo demás es vanidad y nada.
En toda generación y en cada país el fundamento de la verdad para la construcción del carácter ha sido el mismo: los principios contenidos en la Palabra de Dios. La única norma segura e infalible es hacer lo que Dios dice. «Los mandamientos de Jehová son rectos», y «el que hace estas cosas, no resbalará jamás» (Sal. 19:8; 15:5). Fue por medio de la Palabra de Dios que los apóstoles hicieron frente a las falsas teorías de sus días.— Los hechos de los apóstoles, cap. 45, pp. 352-353.
Tomado de lecturas devocionales para Adultos 2017
DE VUELTA AL HOGAR
Por: Elena G. de White
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