«Y sucedió que, mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó y caminaba con ellos». Lucas 24: 15
Los que están procurando la justicia de Cristo se espaciarán en la grandeza de la salvación. La Biblia es el depósito que proporciona a sus almas alimento nutritivo. Meditemos en la encarnación de Cristo, contemplemos el gran sacrificio que hizo para salvarlos de la perdición, para ofrecernos el perdón, la paz y la justicia eterna. Estos temas grandiosos y elevados revitalizan el alma. Cuando los estudiamos la santidad y la verdad, la gracia y la justicia ocupan nuestros pensamientos. Muere el yo y Cristo vive en nosotros. Al estudiar la Palabra, sentimos cómo nuestros corazones «arden» en nosotros, como los de los dos discípulos que iban a Emaús mientras Cristo caminaba con ellos y les abría las Escrituras que hablaban de él mismo (Luc. 24: 32).
¡Cuán pocos comprenden que Jesús, invisible, camina a su lado! ¡Cuán avergonzados se sentirían muchos si oyesen su voz hablándoles, y si supieran que él ha escuchado todas sus conversaciones insensatas y triviales! ¡Y cuántos corazones arderían de santo gozo, si supieran que el Salvador está a su lado, que la santa atmósfera de su presencia los rodea, y que se están alimentando del pan de vida! ¡Cuánto agradaría al Salvador oír a sus seguidores hablar de sus preciadas lecciones de instrucción, y saber que valoran las cosas santas!
Cuando la verdad mora en el corazón, no hay lugar para criticar a los siervos de Dios, o hallar defectos en el mensaje que él envía. Lo que hay en el corazón fluye de los labios. No puede ser reprimido. Las «cosas que Dios ha preparado para los que le aman» (1 Cor. 2: 9), serán el tema de conversación. El amor de Cristo es en el alma como un manantial de agua que brota para vida eterna, enviando raudales vivos que esparcen vida y alegría dondequiera que fluyen.— Consejos para los maestros, padres y alumnos, sec. 9, pp. 325-326.
Mayor aún es el poder de la Biblia en el desarrollo de la naturaleza espiritual. El ser humano, creado para vivir en comunión con Dios, puede encontrar su verdadera vida y su auténtico desarrollo únicamente en esa comunión. Creado para descubrir en Dios su mayor gozo, en ningún otro lugar puede hallar lo que puede calmar sus preocupaciones y satisfacer el hambre y la sed del alma. Aquel que con espíritu dócil y sincero estudia la Palabra de Dios para comprender sus verdades, se pondrá en contacto con su Autor.— La educación, cap. 13, pp. 112-113.
Tomado de lecturas devocionales para Adultos 2017
DE VUELTA AL HOGAR
Por: Elena G. de White
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