Sus ojos se apagaban lentamente. Sus extremidades ya no se movían. La muerte se anunciaba en su mirada perdida. Cuando llegué a su casa, sus familiares lo sacudían con desesperación, diciéndole: “¡No te mueras! ¡No te mueras!” Pero una profunda angustia se percibía en el moribundo. Era como si tratara de decir algo a los suyos para después descansar. Entonces, me acerqué a él y le dije: “Vamos a cantar uno de sus himnos preferidos”.
Las notas de los cantos cristianos tranquilizaron al agonizante. Luego, agregué lo siguiente: “Ahora es el momento de arreglar las cosas con este hombre. Él os está escuchando”. Y uno a uno, amigos y familiares pasaron junto a él entre sollozos y le pidieron perdón, le refrendaron su cariño y lo encomendaron al cielo. Después de eso, me acerqué al caballero, lo tomé de los hombres y, mirándolo a los ojos, le dije: “Hermano, ya todo está bien. Estás en paz con Dios. Ya todo ha pasado”. Esta vez su mirada reflejaba paz. En ese momento murió en mis brazos.
Esta experiencia me hizo pensar en la profunda necesidad que tienen los seres humanos de morir en paz. Nosotros somos seres mortales y, a veces en el afán de luchar desesperadamente en contra de la muerte- algo que es completamente entendible-, no dejamos que la gente muera en paz. Pero tenemos que morir. Los moribundos quieren descansar en el Señor. Yo creo que es muy importante transmitir paz a estas personas al fin de sus vidas. Muchos solamente desean eso para morir con esperanza. Pero para ello se requiere el pedón, algo que a muchos les cuesta trabajo, tanto pedir como dar.
Cuando uno tiene amigos es inevitable que haya diferencias y malentendidos. Una buena amistad merece ser rescatada. Tampoco hay por qué guardar rencor. Mejor perdona a quienes te hayan ofendido. No vale la pena vivir con odios en el corazón porque solo consumen la vida y acaban con la salud. ¿Acaso esperarás el último momento de la vida para reconciliarte con quien has estado distanciado/a? ¿Para qué vivir enemistados con otros cultivando la animadversión hasta niveles enfermizos? Esa actitud tiene un alto precio.
Hoy pide al Señor que te ayude a no cultivar enemistad en tu corazón y perdonar a quienes te ofenden.
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