jueves, 1 de marzo de 2012

«CORTAR Y PEGAR» LA PALABRA DE DIOS

«Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad» (2 Timoteo 2: 15).

«Oísteis que fue dicho: "Amarás a tu prójimo"» (Mat. 5: 43). Cuando leí por primera vez las palabras de este versículo pensé que Jesús se refería a algún texto del Antiguo Testamento. Pero no; citaba un ejemplo que muestra cómo los hombres han manipulado la clara y diáfana Palabra de Dios y han cambiado la ley para que se adapte a su conveniencia.
Si usted, estimado lector, dispone de computadora, con toda certeza habrá usado las funciones «cortar» y «pegar». En otras palabras, si en la pantalla tiene un texto que le estorba, puede «cortarlo» y «pegarlo» en el lugar del documento que le convenga o, sencillamente, puede eliminarlo. Y no solo eso; también puede «pegar» en el texto algo que está en otro documento.
En los días del Señor Jesús, los escribas y los fariseos tenían una mentalidad de «cortar y pegar» cuando de la Palabra de Dios se trataba. Cortaban y pegaban leyes, o algunas partes de las mismas, según su conveniencia. El segundo gran mandamiento, que aparece por primera vez en Levítico 19:18, no dice simplemente que debemos amar a nuestro prójimo. Reza: «Amarás a tu prójimo como ti mismo».
Fíjese que si eliminamos las palabras: «como a ti mismo» podemos decidir cuánto amaremos al prójimo, si mucho, poco o muy poco. El Señor no dejó en nuestras manos la decisión de cuánto teníamos que amarnos unos a otros. Dijo que debemos amarnos unos a otros como a nosotros mismos. Por eso, Jesús condenó a los fariseos; porque, a pesar de que pretendían obedecer la Palabra de Dios, en realidad, la desobedecía. Jesús dijo: «En vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos hombres» (Mat. 15:9).
Para jugar al fútbol es preciso seguir unas reglas. Esas reglas no siempre ayudan a ganar. Sin embargo, los fariseos habían hecho exactamente eso con la Palabra de Dios: la habían manipulado para ganar. Sin Cristo somos egoístas. Si podemos hacerlo según nuestra conveniencia y si no nos causa demasiado trastorno, no nos importa ayudar a los demás. Pero ayudar y amar a los demás como a uno mismo exige sacrificio.
Pongamos cuidado en no «cortar y pegar» la Palabra de Dios. (Basado en Mateo 5:44)

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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