miércoles, 8 de febrero de 2012

POR CAUSA DE LA JUSTICIA

«Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia porque de ellos es el reino de los cielos» (Mateo 5:10).

Observe que esta bienaventuranza no se limita a decir: «Bienaventurados que son perseguidos», sino: «Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia». Jesús tampoco dijo: «Bienaventurados los que padecen persecución porque son unos indeseables». Y aún menos: «Bienaventurados los cristianos que son perseguidos por su grave falta de inteligencia y porque son unos verdaderos necios y atolondrados a la hora de dar testimonio de su fe».
A menudo sufrimos una persecución «suave» (nos critican) a causa de nuestras acciones o por ser como somos. Pero la promesa: «Porque de ellos es el reino de los cielos» no se aplica a esas personas. Es para los que padecen persecución por causa de la justicia». Debemos ser muy claros al respecto. Abrigar un espíritu de justicia propia puede acarrearnos grandes sufrimientos y numerosas dificultades innecesarias. Nos cuesta distinguir entre el prejuicio y el principio, no conseguimos entender la diferencia que existe entre el hecho de que los demás se sientan molestos por causa de nuestro carácter o por causa de que somos justos.
Jesús no dijo: «Bienaventurados los que son perseguidos! porque son fanáticos». El fanatismo lleva a la persecución. Una definición de fanatismo es el énfasis excesivo sobre una verdad en detrimento de otras. El texto no dice: «Bienaventurados los perseguidos por ser demasiado entusiastas».
Asimismo, la Biblia no dice: «Bienaventurados los que padecen persecución porque cometen algún error o ellos mismos están equivocados en algún asunto». El apóstol Pedro lo dijo de este modo: «Así que, ninguno de vosotros padezca cómo homicida, ladrón o malhechor, o por entrometerse en lo ajeno». ¿Se apercibía de a quiénes pone en la misma categoría que los asesinos y los ladrones? ¡A los que se entrometen en lo ajeno! (ver 1 Ped. 4:15).
Aparentemente, algunos cristianos sufren manía persecutoria. Solo son felices cuando alguien los persigue y disfrutan diciéndoselo a los demás. Pero, por lo general, ocultan que ellos son la causa de su padecimiento. No estaría de más que le echáramos un vistazo a nuestra vida.(Basado en Mateo 5: 10-12).

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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