martes, 8 de mayo de 2012

¿PLUMAS A CAMBIO DE GUSANOS?


Tú fuiste quien formó todo mi cuerpo; [...]. Te alabo porque estoy maravillado, porque es maravilloso lo que has hecho. Salmo 139:13,14.

En su libro Cadenas rotas, Doug Batchelor cuenta la historia de una alondra que descubrió una manera muy fácil de obtener su alimento diario: le daría a un zorro una de sus plumas a cambio de dos gusanos.
Con frecuencia, mientras volaba, su padre le recordaba lo importante que era valorar el poder de sus alas. Pero la pequeña alondra pensaba en otra cosa: lo fácil que era alimentarse sin mucho esfuerzo. A fin de cuentas, ¿qué efecto podría tener perder apenas una de sus plumas? Fue así como día tras día la alondra entregaba una de sus plumas a cambio de dos gusanos. Entonces llegó el momento de volar hacia el sur. Pero la alondra no pudo hacer el viaje. Y mientras su familia surcaba los aires, ella tuvo que conformarse con dar saltitos en la nieve para poder huir de los depredadores del bosque. Había sacrificado el poder de volar a cambio de un desayuno gratis.
Pero no hay desayuno gratis en este mundo. Al final alguien paga. Y en el caso de la alondra, el precio que pagó fue demasiado alto. Pongámoslo de esta manera: recibió un valioso capital (su capacidad de volar) y lo perdió porque no supo apreciarlo. Algo parecido fue lo que hizo Esaú al cambiar su primogenitura por un plato de lentejas.
Tú y yo también hemos recibido un capital muy valioso: nuestro cuerpo. Mira alrededor y responde: ¿Puede haber algo que supere a nuestro cuerpo en complejidad, perfección y belleza? Con sobrada razón, el Salmista exclamó: «Tú fuiste quien formó todo mi cuerpo; [...]. Te alabo porque estoy maravillado, porque es maravilloso lo que has hecho» (Sal. 139: 13, 14).
Y ahora la pregunta obligada: ¿Estamos también nosotros cambiando «alas por gusanos»? ¿Qué trato le estamos dando a nuestro cuerpo, el templo del Espíritu Santo? ¿Qué clase de «alimento» está entrando a nuestra mente? Cualquiera que introduzca sustancias tóxicas en su cuerpo, «está cambiando alas por gusanos». Y lo mismo hace quien permite que a su mente lleguen imágenes moralmente cuestionables.
¿Plumas por gusanos? ¿Mi primogenitura por un plato de lentejas? ¡No señor! ¡Ese negocio no va conmigo!

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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