Dame, hijo mío, tu corazón y miren tus ojos mis caminos. (Proverbios 23:26).
A veces da la impresión de que a muchas personas no les interesa seguir viviendo, dado el trato que le dan a su propio corazón, que es el órgano del cual dependen sus vidas. ¿Recuerdas la última vez que te sentiste culpable por haber comido en exceso, o por haber consumido alimentos poco saludables? ¿Sientes preocupación cada vez que piensas que llevas demasiado tiempo sin hacer ejercicio físico?
El corazón trabaja sin descanso impulsando la sangre oxigenada hacia los órganos, tejidos y células del cuerpo. En un período de veinticuatro horas podría latir unas cien mil veces, bombeando oxígeno y nutrientes a las células y contribuyendo a recoger las sustancias de desecho producidas por las mismas células.
La sangre es repartida por todo el cuerpo mediante una compleja red de vasos sanguíneos. ¡Cuánto trabajo realiza el corazón y sin embargo qué poco nos preocupamos por mantenerlo sano y fuerte!
¿Qué podemos hacer para contribuir al buen funcionamiento de nuestro corazón? He aquí algunas sencillas recomendaciones:
- Consume alimentos que contengan pocas grasas saturadas, que sean bajos en sal y ricos en fibra.
- Cuida de no ingerir más calorías diarias de las que necesitas, con el fin de mantener un peso equilibrado.
- Incluye más granos, cereales, frutas, verduras y hortalizas en tu alimentación.
- Camina, nada o realiza alguna actividad física que sea de tu agrado.
- Vigila los niveles de colesterol de tu sangre.
- Controla el estrés, utilizando técnicas de relajación y durmiendo lo suficiente.
Si ponemos en práctica estos sencillos consejos, nuestro corazón lo agradecerá y viviremos más y mejor. Así mismo nuestro «corazón espiritual» debe contribuir a que el amor de Dios fluya a los demás. Eliminemos todo lo que obstruye el libre flujo de ese amor. Activemos su circulación poniendo en práctica las buenas obras que Dios desea que realicemos.
Que tu oración sea: «Señor, deseo tener un corazón sano y activo, que extienda sus redes de amor a quienes más lo necesitan; que sea una fuente inagotable de energía y de gozo».
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Perla Edith Sánchez
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