martes, 12 de enero de 2016

JUGAR CON DIOS A LAS CANICAS -3

“Lo mismo pasa en el cielo; da más alegría un pecador que se enmienda, que noventa y nueve justos que no necesitan enmendarse” Lucas 15:7, NBE

¿Cuál es la actitud de un hijo en la fase dos, la rebeldía? Considera al hijo pródigo. Por lo general, es una reacción, una reacción audaz y flagrante de un hijo a la mentalidad de la fase uno. Y puede tener este enunciado: “Estoy harto de los conservadores, de toda su autoridad, de sus restricciones, de sus reglas. No necesito a nadie que me diga cómo vivir, ni a mi familia, ni a mi iglesia, ni a mi escuela, ni a mi gobierno ¡ni a nadie! Porque yo soy yo: el yo librepensador, independiente, adulto. Y viviré como me dé la gana, gracias”.
He conocido unos cuantos casos de estos hermanos y hermanas menores de la fase dos (que no son necesariamente más jóvenes cronológicamente). Muchos son listos y perspicaces, gente que considera que la iglesia y Dios son demasiado autoritarios y están demasiado preocupados con reglas y comportamientos. Y, por ello, escogen vivir al límite, inmediatamente más allá de la periferia de la comunidad de fe, proclamando ruidosamente la “libertad” que acaban de encontrar, ataviados con sus baratijas de rebeldía, esperando que se fijen en ellos, pero sin querer ser encontrados. Puede que también tú los conozcas. Puede que seas uno de ellos.
Tendría su gracia si no fuera tan triste. Porque, verás, en el fondo los dos hermanos son parecidísimos. Sí, es verdad: los pródigos de la fase dos llaman conservadores a los hermanos mayores de la fase uno, y los mayores llaman a los rebeldes liberales. Pero, más allá de los calificativos, ambos chicos, en realidad, quieren lo mismo: quieren ser libres. Ambos chicos ven en el padre un autoritario promulgador de reglas. Por sus reglas, el otro hijo se queda en casa y se pierde. Ambos están equivocados, ambos se pierden, porque ninguno de los dos ha entendido la verdad de la fase tres sobre el padre.
Y esa verdad es que, en definitiva, el padre valora las relaciones más que las reglas. En el relato de Jesús, el padre sale de su casa buscando a ambos hijos. El mismo padre, el mismo abrazo de brazos abiertos de par en par, el mismo corazón ansioso y amante. Es la misma verdad que siempre ha sido toda la eternidad: al principio y al fin, la relación es lo más importante para Dios. Él no sale apresuradamente de su casa para restaurar reglas rotas: su corazón acude presuroso a sus hijos para restaurar una relación rota. Porque lo cierto es que el Padre no es alguien a quien temer. Es alguien digno de nuestra amistad, una verdad tan simple que hasta los niños que juegan a las canicas pueden enseñarnos.

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016 
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson

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