Si el orden no se mantiene, el sistema tiende al máximo desorden. Segundo principio de la termodinámica
Cuenta una antigua historia que un finlandés ateo dejó un peculiar testamento antes de morir: todas sus posesiones debían ser entregadas al diablo. Los albaceas no sabían cómo cumplir la última voluntad del finado. Tras semanas de deliberación, el juez decidió que la mejor manera de cumplirla era dejarlo todo abandonado: tierras sin cultivar, casas sin cuidar, jardines sin limpiar… El veredicto fue: “Para que el diablo tome posesión de algo, basta con no hacer nada”.
Ya por el siglo XVIII, el escritor y filósofo irlandés Edmund Burke afirmó: “Para que el mal triunfe, solo hace falta que los hombres buenos no hagan nada”. Y así es. Tanto en nuestra vida personal, como en la sociedad en general, el mal vence cuando el bien no actúa. Ni tú ni yo queremos entregar nuestra vida al diablo; sin embargo, puede suceder si no comprendemos que no existe término medio: las cosas van siempre a más; nunca nos quedamos en el mismo sitio. Si nos abandonamos y nos descuidamos, si no actuamos, trabajando a cada paso nuestra relación con Dios, nuestro crecimiento personal y el desarrollo de los dones que hemos recibido de parte del Señor, cada vez nuestro estancamiento será mayor. Si el orden no se mantiene, el sistema tiende al máximo desorden, y en el máximo desorden, en el caos, en la falta de determinación, el enemigo se encuentra a sus anchas.
¿Cómo, pues, nos mantendremos en manos de Dios de modo que el diablo no pueda tomar posesión de nosotras? Tomando las riendas de nuestra vida espiritual; no abandonándonos en nuestra experiencia religiosa, tanto teórica como práctica; asumiendo el control, de modo que nadie pueda decidir por nosotras; invirtiendo energía en mantenemos conectadas al Señor, en crecer, en limpiar, en ordenar, en aseguramos de que todo siga funcionando bien y cada vez mejor. Lo bueno siempre requiere un trabajo, una aplicación constante de la inteligencia y un uso coherente de nuestra energía.
“El que no está conmigo, está en contra de mí” (Mat. 12:30, RV95), dijo Jesús. No hay término medio: o estoy con el bien de manera activa, o me coloco del lado del mal al permanecer pasiva. Para estar del lado del mal no hace falta trabajar para el mal, basta con que me abandone.
“El que no está conmigo, está en contra de mí” (Mat. 12:30, RV95).
Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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