sábado, 28 de mayo de 2016

LA VÍA DOLOROSA

“Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho a manos de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día”. Mateo 16:21

¿Sabías que cuando la Misericordia corre, siempre toma la misma calle? La calle se llama Vía Dolorosa y, como indica su nombre, es la “vía del dolor”, la “vía de la pena” o la “vía del sufrimiento”. De hecho, una calle actual de la parte vieja de Jerusalén se llama Vía Dolorosa. He atravesado esa callejuela donde la tradición dice que tropezaron los pies ensangrentados de Jesús. La Vía Dolorosa, la vía del sufrimiento. Porque, sin sufrimiento, la Misericordia no podría ser misericordia, ¿verdad?
“Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario […] padecer mucho” (Mat. 16:21).
Pero ahí precisamente está el problema, ¿no? Esa parte del “le era necesario […] padecer” ninguno de nosotros la quiere. Goethe, poeta y filósofo alemán, comentó en una ocasión: “Hay cuatro cosas que detesto: el humo del tabaco, el ajo, las chinches y la cruz”. Porque nadie quiere la parte del “le era necesario […] padecer” que la cruz representa de forma tan ostensible.
No es de extrañar que, nada más que Jesús hubo pronunciado ese sombrío reconocimiento de sufrimiento inminente, Pedro lo tomara aparte y se pusiera “a reconvenirlo” (vers. 22). Porque, igual que Goethe, Pedro tenía su propia lista de cuatro cosas que detestaba, ¡y “la cruz” era una de ellas! “¡En ninguna manera esto te acontezca!” (vers. 22). Ni loco, ni se te ocurra, Jesús: ¡No hay Vía Dolorosa que valga para ti, ni (si pudiéramos leer la trama secundaria entre las líneas de la vehemente protesta de Pedro) para mí!
Y cuando Jesús se zafó del abrazo paternalista de Pedro y miró a su amigo directamente a los ojos y pronunció la reprensión más punzante que jamás salió de sus labios, aprendimos la verdad de que, sin sufrimiento, la Misericordia no podría ser misericordia. “¡Quítate de mi vista, Satanás! Eres un peligro para mí, porque tu idea no es la de Dios, sino la humana” (vers. 23, NBE).
Porque, desde el punto de vista de Dios, la Vía Dolorosa es la calle que siempre toma la Misericordia. La vía del sufrimiento es la vía de la misericordia. Por eso, si tú eres el que sufre hoy, tu corazón puede conocer estas dos realidades: estás en la senda que siempre toma la Misericordia, y la Misericordia está contigo.

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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