miércoles, 16 de febrero de 2011

LA SAZÓN POR EXCELENCIA

Mejor es comida de legumbres donde hay amor, que de buey engordado donde hay odio (Proverbios 15:17).

En el argot popular existe una frase de lo más interesante: «Barriga llena, corazón contento». Recuerdo que cuando era adolescente escuché a una señora decir: «Yo me preocupo por mantener el estómago de mi esposo satisfecho, lo demás no me importa». En aquel momento me resultó de lo más extraño pensar en tener que pasar la vida atiborrando de comida a alguien para que se sintiera feliz y para llamar su atención. Aquella no era la idea que yo tenía del matrimonio.

Con el correr de los años he llegado a comprender que, aunque para la mayoría de los hombres los alimentos tienen una importancia especial, no constituyen más que una parle de sus necesidades. Es el amor, como nos dice el sabio Salomón, el que añade el punto exacto de sazón al hogar, dando ese toque distintivo y delicioso a la comida más sencilla. ¡Con cuánta frecuencia se presentan formidables banquetes con sofisticadísimas decoraciones, pero que apenas sirven de provecho para la familia! ¡Cuántas miradas de refilón y gestos de enojo sirven de aperitivito a muchas mesas repletas de alimentos suculentos!

A cada una de nosotras nos debe interesar velar para que nuestra familia sea alimentada correctamente. No importa que tengamos mucho o poco, Dios promete que nuestro pan y nuestra agua estarán asegurados, pero debemos preocuparnos por conocer los valores nutritivos de cada alimento y la mejor forma de elaborarlos y presentarlos para que proporcionen salud física, emocional y espiritual.


Un estómago lleno de comida basura no puede proporcionar una salud completa. Nuestro cuerpo se intoxica a causa de la negligencia al combinar ciertos alimentos. Como pueblo adventista tenemos el privilegio de gozar de una orientación muy amplia respecto a la nutrición más adecuada. Prestemos atención a esos consejos para que nuestra tarea como cocineras sea aprobada por Dios primeramente, y también por nuestra familia. Y recuerda, ante todo, añadir amor, ese condimento que suple completamente todas las necesidades de tu familia y que da el punto de sabor idóneo a la convivencia diaria.


El amor es la sazón por excelencia. Añádelo siempre a tu mesa.


Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

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