«Más radiantes que la nieve eran sus príncipes, y más blancos que la leche; más rosado que el coral era su cuerpo; su apariencia era la del zafiro. Pero ahora se ven más sucios que el hollín; en la calle nadie los reconoce. Su piel, reseca como la leña, se les pega a los huesos» (Lamentaciones 4:7,8).
El versículo de hoy dice que la apariencia de sus príncipes era la del zafiro. Sin embargo, al caminar por las calles ahora encontramos que se ven «más sucios que el hollín». Qué triste. ¿Cómo el pueblo de Dios pudo pasar de ser algo tan hermoso a ser algo tan feo? ¿Cómo pudo pasar de ser tan precioso como el zafiro, una valiosa piedra, a verse tan sucio? Porque se pusieron a sí mismos en primer lugar y sacaron a Dios de sus vidas.
Dios quiere que lo pongamos en primer lugar. No porque él quiera atención, sino porque él sabe que si nos ponemos a nosotros o a otras cosas en primer lugar nos meteremos en problemas. Siempre creemos saber qué es lo mejor para nosotros, cuando en realidad el único que sabe eso es Dios. Él es el único que puede guiar nuestros pasos de manera segura al cielo. Yo quiero poder salir un día a caminar y disfrutar de la naturaleza en el cielo, ¿y tú? ¡Pon a Dios en el primer lugar de tu vida, y podrás disfrutar junto a Jesús de las caminatas por la naturaleza que daremos en el cielo!
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush
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