Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu. Proverbios 16:18.
Pronto, después de que Saúl fuera designado rey, los amonitas acamparon contra la ciudad de Jqbes de Galaad. Rápidamente, Saúl juntó a un ejército y envió un mensajero por delante para decirle al pueblo de la ciudad sitiada que estaría allí el mismo día que se les ordenara que se sometieran al rey amonita. Los amonitas entraron en pánico, y Saúl y su ejército fueron victoriosos.
Los hombres de Saúl vieron que tenían un líder de verdad en su nuevo rey. Recordaron cómo algunas personas, el día cuando todos gritaban “Dios salve al Rey”, se habían ido a su casa enojados y había rehusado reconocerlo como rey. Los hombres de Saúl sugirieron que estos deberían ser sentenciados a muerte ahora porque la habilidad de liderazgo de Saúl había sido probada. Pero, Saúl rehusó dar la sentencia de muerte.
“Con esto dio Saúl testimonio del cambio realizado en su carácter, En vez de atribuirse el honor, dio a Dios toda la gloria. En vez de manifestar un deseo de venganza, mostró un espíritu de compasión y perdón. Este es un testimonio inequívoco de que la gracia de Dios mora en el corazón” (Patriarcas y profetas, p, 665),
Dos años pasaron, y Saúl permitió que sus viejos hábitos desplazaran su maravillosa experiencia de conversión. Desde su niñez había sido impaciente y cabeza dura, El Señor le dio tiempo para dejar que el Espíritu Santo cambiara todo eso, pero Saúl se negó. Y luego, vino una prueba que mostraría su verdadero carácter.
Los filisteos habían juntado una gran fuerza de hombres y carros contra los israelitas, y los temerosos soldados de Saúl comenzaban a desertar, Con los pocos hombres que quedaban, ciertamente no podrían enfrentar a un ejército tan grande sin la ayuda de Dios, Samuel le envió un mensaje al Rey para que esperara siete días justo allí donde estaba y que él iría a tener una reunión especial, Pero Saúl, impaciente y desobediente, asumió la parte del sacerdote y ofreció él mismo los sacrificios,
Cuando Samuel llegó, en lugar de admitir su error con humildad, Saúl se levantó orgullosamente y culpó a todos, menos a sí mismo, por el acto de desobediencia. Samuel le recordó que Dios podría haberle dado una gran victoria pero que, por causa de su desobediencia, era seguro que Saúl caería.
Hay poca esperanza para cualquiera que permanece orgulloso y culpa a otros de su propia desobediencia.
Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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