“Cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento” (1 Corintios 14:15).
En la edición del 23 de enero de 1855 de la Review&Herald [Revista Adventista, en inglés], Jaime White anunciaba que preparaban lo que sería el segundo himnario adventista: Himnos para los que guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de jesús. El objetivo era “elegir aquellos que lo ameriten, que expresen la fe y la esperanza de la iglesia, tal como está expuesta en las Escrituras de verdad, y que estén libres de los errores imperantes de esta época”.
Es interesante notar el criterio de selección. Claramente, el foco no era los sentimientos que pudieran generar los himnos, ni lo modernos o novedosos que pudieran ser. Jaime White enfatizó: “Dado que muchos himnos preservan una o más de las ‘fábulas’ populares de estos tiempos, se puede percibir que nuestra tarea de selección es difícil” (Review&Herald, 23 de enero de 1955, p. 165).
Los pioneros adventistas tenían bien en claro que, en la adoración, no solo intervienen los aspectos emocionales y de la voluntad del ser humano, sino también el entendimiento. También percibían el gran poder que tienen los himnos para transmitir conceptos teológicos. Y aun cuando, en medio de la experiencia de canto y adoración, los sentimientos parecieran primar, es tanto o más importante el mensaje que los himnos transmiten por medio de la letra. Por lo tanto, una teología correcta lleva a los sentimientos adecuados. Además, una religión basada en los sentimientos es como una casa edificada sobre la arena.
La tendencia actual en la adoración pareciera ser un énfasis en la experiencia y los sentimientos. Y si bien es claro que no somos seres puramente racionales y que, por lo tanto, no debemos obviar los sentimientos y la experiencia de adoración, hemos perdido de vista la capacidad que tiene la letra para recordarnos el verdadero mensaje bíblico. Incluso más: si bien los himnos, o cánticos, cristo- céntricos tienen su lugar, si nuestra adoración se agota en esta clase de mensajes, nunca pasaremos de la “leche” y nos perderemos el “alimento sólido” espiritual que menciona el apóstol Pablo en Hebreos 4:11 al 14.
Por otro lado, hay himnos de esos primeros himnarios adventistas que todavía siguen emocionándonos, e inspirando a una alabanza vibrante y alegre. Muchos de ellos continúan como clásicos adventistas que hasta los más jóvenes disfrutan.
Por eso, es clave que hoy te preguntes cómo es tu experiencia de adoración. ¿Es árida y formalista? ¿O estás en el otro extremo, del éxtasis sin contenido? Hoy, busca el equilibrio de adorar con el espíritu, pero también con el entendimiento
Tomado de lecturas devocionales para Jóvenes 2017
UN DÍA HISTÓRICO
Por: Pablo Ale – Marcos Blanco
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