lunes, 11 de enero de 2016

¿Y LAS VERDURAS Y LAS FRUTAS?

Por la fe AbeI ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Hebreos 11:4.

Siempre es emocionante cuando nace un bebé, pero Adán y Eva estaban particularmente felices. ¡Este sería el primer bebé que alguna vez haya nacido en el mundo! Cuando Eva finalmente sostuvo a Caín en sus brazos, era toda sonrisas. Ansiosa de que la promesa de Dios de un Salvador venidero se cumpliera rápidamente, estaba segura de que su bebé era el Redentor prometido. Ni ella ni Adán tenían alguna idea de cuántos cientos de años pasarían antes de que Jesús, en efecto, naciera. Poco sabían entonces acerca de la gran desilusión que los estaba esperando. ¡Su pequeño niño crecería para convertirse en el primer homicida!
Después, nació otro bebé, y Caín tenía un compañero para jugar. A medida que Adán y Eva veían a los dos niños creciendo juntos, notaban cuán diferentes eran. Cuando Adán llevó a sus hijos a la entrada del Jardín para ver a los ángeles con las espadas en llamas y les contó cómo el pecado entró en el mundo, Caín se quejó:
“¿Por qué Dios tuvo que dejarnos afuera del Edén? ¿No podemos regresar allí? ¡No me parece que sea justo!”
Adán y Eva intentaron explicarle lo mejor que podían, pero no había caso. Abel, en cambio, estaba contento de que Dios hubiese provisto un camino para que ellos fueran salvos. No disfrutaba al ver a Adán matando un corderito cada vez que pecaban, pero sabía que era la forma que usaba el Señor para dejarles ver cuánto le dolería a Dios ofrecer a su propio Cordero algún día. El pobre animalito que derramaba su sangre mostraba, muy claramente, el alto costo del pecado.
Cuando los niños fueron lo suficientemente grandes para traer sus propias ofrendas, enfrentaron una prueba real de su fe. Abel gentilmente le recordó a su hermano las instrucciones específicas de traer un cordero.
“Métete en tus propios asuntos”, dijo bruscamente Caín. “Ocúpate de tus ovejas que yo trabajaré en mi jardín. Una ofrenda de vegetales es igual de buena. Lo haré a mi manera”.
Dios respondió la oración de Abel enviando fuego para quemar el cordero que había ofrecido, dejando que la pila de vegetales de Caín se marchitara al sol sobre las piedras del altar. Caín se enojó mucho y, como no podía desquitarse con Dios, mató a su propio hermano.

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward

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