“Pero él le contestó: ¡Fíjate cuántos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! ¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!’ ” Lucas 15:29, 30, NVI
CONTINUANDO con la historia de ayer, ¿te has fijado en lo que dice el hermano mayor? “Cuántos años te he servido”. O sea: “He guardado, sin excepción, cada una de tus reglas, nunca he pecado, me he negado placeres, todo porque creía que eso demandabas de mí. Y, ¿qué recibo por llevar una vida tan monótona y triste? ¡Nada!”
¿Te suena? ¿Podría haber también en un rincón de nuestro corazón un hermano o una hermana mayor? ¿Venimos sirviendo a Dios todos estos años por una sensación de pesada obligación, una obediencia temerosa que piensa sin parar Si no lo obedezco, me va a privar de la herencia?
Por favor, no me malinterpretes. No me opongo a las reglas ni a los mandamientos de Dios. Nuestro amante Padre, como cualquier buen progenitor, proporciona reglas protectoras para sus hijos. Pero el sometimiento plúmbeo a esas reglas por ganarse su herencia…, ¿dónde está el gozo, la paz y la libertad en eso? ¿Podría ser esta la razón de las caras severas que hay en la iglesia en estos días? Hermanos y hermanas mayores (que puede que no sean más viejos) que nunca se han marchado, pero que han huido espiritualmente de la gracia, el amor, el gozo y la paz de la casa del Padre. Oímos “la música del baile” (Luc. 15:25) que provienen a raudales de la casa del Padre, pero nos negamos a entrar, sudando en sus campos, pero lejísimos de su corazón.
Casi se puede oír la voz entrecortada del padre cuando deja la fiesta y se adentra en la creciente oscuridad para amar a su muchacho mayor. “Hijo mío […], todo lo que tengo es tuyo”; o sea, ¿no sabías que mi herencia ya era tuya? Jamás esperé que sirvieras ni por ella ni por mí. Tú eres mi hijo. Tienes tanto mi corazón como mi tierra. ¡Si tan solo quisieras mi amistad!
Porque esa es la verdad de la fase tres sobre Dios, ¿no? Es un Ser en busca de amigos. “Todo lo que tengo es tuyo”, lo que, en realidad, significa: “Tú eres todo lo que quiero”.
Y con todo lo que el Padre tiene para ofrecerte y con todo lo que tú tienes para darle, ¿no es el momento oportuno de dejar de sentirse esclavizado por él y empezar a celebrar con él? Después de todo, ¿no se han elegido mutuamente?
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2016
ELEGIDOS
El sueño de Dios para ti
Por: Dwight K. Nelson
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