domingo, 10 de enero de 2016

JUGAR CON DIOS A LAS CANICAS -1

“Hijo mío -le dijo su padre-, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. Pero teníamos que hacer fiesta y alegramos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se habla perdido, pero ya lo hemos encontrado”. Lucas 15:31, 32, NVI

Jean Piaget, psicólogo evolutivo suizo, estudió en una ocasión a niños que jugaban a las canicas para comprender cómo aborda un niño el bien y el mal. Al realizar ese estudio, descubrió tres fases por las que pasan los niños en el juego de canicas.
La primera fase es la fase de las reglas, cuando los niños pequeños aceptan las reglas del juego tal como les han sido transmitidas por una autoridad mayor incuestionable: su padre. Las reglas están para ser obedecidas, no para desafiarlas. Si quieres ganar el juego, respeta las reglas.
No es de extrañar que la segunda fase sea la fase de rebeldía, cuando los niños de más edad empiezan a desafiar las reglas tradicionales y a experimentar la invención de nuevas reglas propias.
La tercera fase puede denominarse fase de la relación, cuando finalmente los niños crecidos se dan cuenta de lo tontas que eran realmente sus propias reglas inventadas, y ahora, por respeto mutuo, vuelven a las reglas, no por autoridad, sino por el bien de la relación.
En una ocasión Jesús contó una historia sobre las tres fases. Porque cuando el hijo menor del dueño de una hacienda, dando un portazo, casi sacó la puerta trasera de su quicio, el padre supo que podía considerar que su muchacho ya se había ido de casa. Así que, repartiendo la hacienda, dio a ambos hijos su porción de la herencia, con lo cual el muchacho más joven (fase dos) se alejó hacia el horizonte. Se precipitó en la vida urbana, disipó su fortuna con ganas y pasión, acabando arruinado en una pocilga. Sin embargo, recuperando la cordura, vestido de harapos, se puso camino a casa, donde el padre (fase tres) había aguardado noche y día. Reconociendo el familiar paso del muchacho en la distancia, salió corriendo con los brazos abiertos. ¡La fiesta que celebraron aquella noche no tenía precedentes! Y resultó intolerable para el hermano mayor (fase uno), que, con enfado celoso se negó a compartir el gozo de su padre. Fin.
Entonces, ¿en qué fase estás tú? ¿En la fase uno (el muchacho de las reglas que se queda en casa y se pierde), en la dos (el muchacho rebelde que se va de casa y se pierde) o en la tres (el padre relacional que amaba a ambos)? La buena nueva de Jesús para hoy es que el Padre, sobre todo, valora las relaciones -aún más que las reglas que quebrantamos y que las reglas que respetamos-, y por eso sale de casa apresuradamente por sus dos muchachos. ¿A quién podría no gustarle eso?

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016 
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson

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