viernes, 30 de noviembre de 2012

«ATRAVIESA» TUS PROBLEMAS


«Por fe, los israelitas pasaron el Mar Rojo como si fuera tierra seca» (Hebreos 11:29).

Hoy estamos atravesando el desierto con los hijos de Israel. Finalmente los egipcios nos han dejado salir del país. ¡Mira! Qué mar tan grande ese que se extiende delante de nosotros. Es el Mar Rojo.  ¿Cómo vamos a hacer para cruzarlo? Espera, ¿qué es eso que se oye? Mira esa nube de polvo que se levanta hacia el cielo. ¡Oh, no! Son los egipcios que vienen persiguiéndonos con espadas y lanzas. Escucha lo que está diciendo Moisés. Dice que nos quedemos callados y que veamos a Dios luchar por nosotros. ¿Cómo puede salvarnos Dios? Estamos rodeados por las montañas, el desierto, el mar y los egipcios. ¿Adónde podemos ir?
Mira, una nube oscura está bajando del cielo. Ya no puedo ver a los egipcios. ¿Qué está haciendo Moisés ahora? Está alzando su vara de pastor sobre el Mar Rojo. ¡No lo puedo creer! ¡Puedo ver el fondo del mar! El agua se ha dividido en dos. ¡Asombroso! Ahora estamos caminando por el fondo del Mar Rojo en tierra seca. ¿No es poderoso nuestro Dios?
A veces los problemas se atraviesan en nuestro camino y pareciera que no hay escapatoria. Pero Dios siempre tiene una vía de escape. Confía hoy en él y observa cómo él te hace pasar victorioso por en medio de tus problemas.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

UN DULCE PERDÓN


Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. (Jeremías 33:3).

Llegué a la universidad de Montemorelos con mi hijo de cuatro años para estudiar. Empecé a trabajar como maestra y luego en una panadería. Pasaron varios años y todavía se me dificultaba amueblar mi casa.
En cierta ocasión fui hasta la ciudad de Monterrey para adquirir a crédito una lavadora. Completé una solicitud de crédito en un almacén, donde me indicaron que la misma sería contestada en determinado número de días. Llegado el momento, y para asegurarme de que todo estaba bien, decidí llamar a la tienda antes de salir para Monterrey. Para mi sorpresa, la respuesta fue muy clara: mi solicitud no había sido aprobada. Me eché a llorar. Mi esperanza de comprar una lavadora se había esfumado.
Sin embargo, en el piso de la entrada de la casa había un sobre que alguien había metido por debajo de la puerta. Sin mucho interés lo abrí, todavía con lágrimas en los ojos, y empecé a leer. ¡Dios había contestado mi oración mucho antes de que yo hubiera solicitado el crédito!
¡La respuesta no estaba en la llamada telefónica! ¡Estaba en la carta! La carta decía: «Hermana Griselda: Dios nos ha bendecido mucho más de lo que nosotros esperábamos. Ha abierto puertas de bronce y cerrojos de hierro. Nosotros deseamos donarle algunos de nuestros muebles. Usted puede pasar a buscar una lavadora, un juego de cuarto, un juego de comedor, una estufa y una licuadora».
Ya no me importaban los muebles, porque había recibido algo mejor: una muestra del amor divino y de su tierna misericordia. Lo pude ver en aquella carta, escrita justo a tiempo con el propósito de inspirarme a una relación más íntima con el Señor, a través de la actuación de una familia agradecida y generosa. El Señor me ha dado pruebas de su infinito amor. Su suave voz me reconforta y me llena de paz. ¿Puedes tú decir lo mismo que yo? Si no es así, pon tu confianza en él y espera, porque sin duda alguna, él hará.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Griselda Uriegas Camargo

EN BUSCA DE LAS ALTURAS


Los que confían en el Señor tendrán siempre nuevas fuerzas y podrán volar como las águilas. Isaías 40:31

¿Qué tiene que hacer un sembrador de papas con tal de lograr el mejor precio para su producto? Obviamente, vender un producto de calidad. Según cuenta The Chronicle of the Oíd West (Crónicas del Viejo Oeste), esto es precisamente lo que hacían los productores de papas de cierto pueblo agricultor. Clasificaban cuidadosamente las papas en tres categorías: grandes, medianas y pequeñas. Luego las colocaban en grandes recipientes y usaban la mejor carretera para transportarlas.
Un día, mientras vendían su cosecha en la ciudad, llegó también el granjero Juan, con su viejo camión cargado de papas hasta el tope, sin clasificarlas. Cuando los demás vendedores lo vieron llegar, imaginaron que le pagarían una miseria por su mercancía. Grande fue la sorpresa de estos hombres cuando, al final de la venta, supieron que Juan había obtenido por su cargamento de papas el mismo precio que ellos.
Luego se enteraron de la razón. Resulta que, después de montar en su camión el cargamento de papas, Juan viajaba a la ciudad, no por la autopista, sino por la vieja carretera pedregosa. Con los movimientos que producen los baches del camino, las papas más pequeñas se iban al fondo, las medianas se quedaban en el medio y las más grandes subían al tope. Todo lo que Juan tenía que hacer cuando llegaba al lugar de ventas era descargarlas comenzando por las más grandes (adaptado de Chronicle of the Old West, en www.chronicleoftheoldwest.com).
¡Qué interesante! Cuando el camino es pedregoso, las papas pequeñas se van al fondo, mientras las grandes se mueven hacia el tope. ¿No es esta una ilustración muy apropiada de lo que ocurre mientras transitamos por el camino de la vida?
Si ahora estás atravesando por momentos difíciles, recuerda que «las papas grandes se mueven hacia el tope cuando el camino es pedregoso». Así es. La misma prueba que hace caer a los cobardes impulsa a los valientes a buscar la cima. Los valientes han aprendido que en cada problema se esconde un desafío, y lo enfrentan. Que en cada crisis, hay una oportunidad; y la aprovechan. Han descubierto que cuando una puerta se cierra, otra se abre.
AL IGUAL QUE LAS ÁGUILAS, LOS VENCEDORES SIEMPRE ESTÁN EN BUSCA LAS ALTURAS.

Padre celestial., cuando vengan las pruebas ayúdame a mirar hacia arriba, hacia tu trono de gracia.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

LA LUZ DEL MUNDO


«Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas» (Juan 12:46).

Uno de los objetos más brillantes del cielo nocturno es Venus. Se ve como una estrella brillante, pero en realidad es un planeta. Puesto que es lo bastante brillante como para poder ser visto a simple vista, ha sido objeto de adoración desde los tiempos prehistóricos. En griego, el nombre de Venus es Afrodita y el nombre babilonio es Istar. Se dice de Venus que es nuestro planeta hermano porque tiene, aproximadamente, el mismo diámetro que la Tierra.
Venus alcanza su máximo brillo poco antes del amanecer, por lo que a menudo se lo llama el lucero de la mañana. Un dato interesante sobre el planeta Venus: Está cubierto por una capa de nubes de más de 56 kilómetros de espesor (en la Tierra, las nubes más altas no superan los 16 kilómetros).
No hace mucho, un científico escribiendo para la revista National Geographic declaró lo siguiente: «En teoría, si se pudiera estar en Venus, sería posible disfrutar de una de las más extrañas experiencias de la vida. A causa de que las nubes reflejan como un espejo, se especula que sería posible ver todo el perímetro del planeta». Eso se llama «reflexión al punto de partida». ¿Cómo funciona? Seguro que ha estado en algún vestuario en el que hay espejos en todas las paredes, por lo que le es posible verse desde todos los ángulos. Pues bien, en lugar de espejos, la capa de nubes de Venus actuaría como un gigantesco espejo que lo reflejaría desde todos los lados, de manera que usted podría ver toda la superficie del planeta desde un solo punto y sin moverse de él.
¿Por qué es tan interesante? ¿Se ha preguntado cómo es posible que, cuando Jesús venga, todos los ojos lo vean viniendo en las nubes? ¿Cree que a Jesús le resultaría difícil cubrir toda la tierra con una capa de nubes que reflejase su venida como un espejo gigantesco, de manera que todos los habitantes de la tierra pudieran verlo al mismo tiempo?
Pero el lucero de la mañana tiene más que decirnos. Antes de que Jesús viniera, nuestro mundo estaba en tinieblas. El profeta Isaías escribió: «Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra y oscuridad las naciones» (Isa. 60:2). Pero entonces vino Jesús. «En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. [...] La luz verdadera que alumbra a todo hombre venía a este mundo» (Juan 1:4,9).
Invite a Jesús para que sea la luz de su vida.  Basado en Juan 12:46

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

jueves, 29 de noviembre de 2012

CORAZONES POLVORIENTOS



 «Cuando la tierra bebe la lluvia que con frecuencia cae sobre ella, y produce una buena cosecha para los que la cultivan, recibe bendición de Dios» (Hebreos 6:7, NVI).


Si tuviéramos que salir a caminar cerca de mi casa durante la temporada seca del verano veríamos una gran cantidad de polvo volando por el aire. A Colorado a veces se lo llama el desierto montañoso por la poca cantidad de lluvia que cae. Cuanto más seco está el piso, más duro se pone. A veces cuando llueve, el agua no es absorbida por la tierra, sino que simplemente se desliza por la superficie endurecida hasta llegara los ríos. Tiene que llover durante varios días para que la tierra se ablande lo suficiente como para absorber e agua.
Cuando la gente está demasiado ocupada para atender las cosas de Dios y se aleja de él durante mucho tiempo, su corazón puede endurecerse como ocurre con el suelo de Colorado. Cuando Dios trata de hablan algunas personas no escuchan. Las palabras de Dios no son absorbidas rápidamente por sus corazones, pues estos se han endurecido para él.
La buena noticia es que Dios no se da por vencido con nosotros. Por muy duros que sean nuestros corazones, él seguirá «derramando» su amor hasta que los ablande y este logre ser absorbido. Deja que Jesús ablande hoy tu corazón. Si lo haces, nunca tendrás un corazón «polvoriento».

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

MUJER VIRTUOSA, ¿QUIÉN LA HALLARÁ?


Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada. (Proverbios 31:30).

En este mundo, el aspecto físico es de gran importancia. Los concursos de belleza presentan a las mujeres más hermosas como modelos a imitar, transmitiendo así una idea distorsionada de la verdadera belleza.
La Biblia nos describe en Proverbios 31 a una mujer excepcional. Grandes atributos la coronan, trasciende toda apariencia física, porque en su alma mora el mismo Dios, quien es la fuente de todo lo bello. Algo interesante es que este proverbio no se refiere a una mujer en concreto, puesto que todas podríamos mostrar estas virtudes mediante la ayuda del Espíritu Santo. Al analizar sus rasgos veremos que ella es: 
  • Valiosa: «Su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas». 
  • Fiel; «El corazón de su marido está en ella confiado, le da ella bien y no mal todos los días de su vida». 
  • Hacendosa: «Con voluntad trabaja con sus manos». 
  • Servicial: «Se levanta aún de noche y da comida a su familia, y ración a sus criadas». 
  • Diligente: «Ve que van bien sus negocios; su lámpara no se apaga de noche». 
  • Generosa: «Alarga su mano al pobre, y extiende sus manos al menesteroso». 
  • Previsora: «No tiene temor de la nieve por su familia, porque todos están vestidos de ropas dobles». 
  • Valiente: «Fuerza y honor son sus vestiduras; y se ríe de lo por venir». 
  • Prudente: «Abre su boca con sabiduría, y la ley de la clemencia está en su lengua».
  • Respetada: «Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada». 
  • Amada: «Y su marido también la alaba».

Padre de amor, ayúdanos a ser mujeres virtuosas que reflejan la belleza de tu carácter.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Dulce Montoya

EL CIELO ES DE LOS VALIENTES


No tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios. Isaías 41:10

Nery estaba apenas comenzando su carrera de Odontología con todo el entusiasmo del que inicia los estudios universitarios. Sabía que no sería fácil ser fiel a sus principios, sobre todo porque cursaba estudios en una universidad estatal. Lo que no imaginaba era que las pruebas a su fidelidad comenzarían tan pronto.
Estaba en la clase de Bioquímica y el profesor acababa de entregar el cronograma de exámenes parciales. ¡Cuatro exámenes en día sábado! No había salido de su asombro, cuando el profesor dijo a la clase:
—Los exámenes serán en día sábado, a no ser que haya aquí alguna persona que pertenezca a una de esas religiones que no pueden hacer nada en sábado.
Ese era el momento preciso para hablar. ¿Se identificaría ella como miembro de «una de esas religiones», o callaría para no exponerse a la vergüenza? 
—Profesor —dijo—, yo soy miembro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y no puedo presentar exámenes en sábados. Este día ha sido apartado para Dios. Silencio absoluto. Luego el profesor prosiguió con su clase como si nada había sucedido. Al regresar a casa, la familia Gómez oró pidiendo la ayuda de Dios. Oraron ese día y durante toda esa semana. Entonces llegó el día de la clase con el profesor de Bioquímica.
—Les quiero informar —dijo el profesor— que los exámenes no van a ser en sábado, porque la señorita Gómez tiene que ir a su iglesia. Pero tampoco serán en domingo, porque yo tengo que ir a misa. Serán los miércoles al mediodía.
Mientras tanto, en su asiento, Nery no podía evitar que su corazón desbordara de agradecimiento a Dios.
Esa sería, es verdad, apenas la primera de muchas batallas. Pero Dios siempre estuvo de su lado, fiel a su promesa de Isaías 41:10: «No tengas miedo, pues yo estoy contigo». Hoy Nery (Luz Nerina Gómez) ya es una profesional en ejercicio. Cuando mira hacia atrás, recuerda a un Dios que nunca desampara a quienes lo aman. Y también recuerda las palabras de ánimo de un amigo: «Nery, el cielo es de los valiente».
Muy cierto. De jóvenes valientes como José, Josué, Caleb, Daniel, Ester...y, ¿por qué no?, de jóvenes como Nery, Alberto, Luis, Carmen, Carlos... y tantos otros.
Tú también puedes ser uno de esos valientes.  Dios cuenta contigo.

Dame valor, Señor, para colocar bien en alto tu santo nombre.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

«ALENTAOS LOS UNOS A LOS OTROS»


«El Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo. Entonces, los muertos en Cristo resucitarán primero» (1 Tesalonicenses 4:16).

Jesús y sus discípulos habían pasado algún tiempo de visita en un lugar que les era conocido, junto al Jordán, allí donde Juan el Bautista solía predicar. Es muy probable que en aquel tiempo, recordando a su fiel primo, Jesús sintiera una gran melancolía. Sin embargo, centró su atención en la mucha gente que había acudido a escucharlo.
Mientras estaban allí, un mensajero corrió al encuentro de Jesús con la noticia de que su amigo Lázaro estaba muy enfermo. Sus palabras exactas fueron: «Señor, el que amas está enfermo» (Juan 11:3).
Tras escuchar el mensaje, Jesús aseguró a sus discípulos: «Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella» (vers. 4). Dicho esto, sin dar más explicaciones, se entretuvo en el lugar durante dos días, después de los cuales dijo a los discípulos: «Vamos de nuevo a Judea» (vers. 7).
Tras un breve debate sobre el peligro de volver a Judea, Jesús dijo: «"Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarlo". Dijeron entonces sus discípulos: "Señor, si duerme, sanará". Jesús decía esto de la muerte de Lázaro, pero ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. Entonces Jesús les dijo claramente: "Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis; pero vamos a él"» (vers. 11-15).
A la muerte de un creyente Jesús la llama «sueño». La muerte de Lázaro, como la de la hija de Jairo, era, definitivamente, un sueño porque pronto serían resucitados. Por tanto, si estamos seguros de que al fin resucitaremos, ¿por qué habría de ser diferente para nosotros? Cuando muere, el cristiano, sencillamente, duerme. Descansa de los afanes de esta vida y espera la mañana de la resurrección. «Perece el justo, pero no hay quien piense en ello. Los piadosos mueren, pero no hay quien comprenda que por la maldad es quitado el justo; pero él entrará en la paz. Descansarán en sus lechos todos los que andan delante de Dios» (Isa. 57:12, 2; ver también 1 Tes. 4:14-16).
«Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras» (1 Tes. 4:18).  Basado en Juan 11:1-44

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

miércoles, 28 de noviembre de 2012

APRENDE ALGO NUEVO CADA DÍA


«Necesitan que se les expliquen de nuevo las cosas más sencillas de las enseñanzas de Dios [...].Tienen que tomar leche» (Hebreos 5:12).

¿Sabes qué era lo único que tú comías en el desayuno, el almuerzo y la cena cuando eras solo un bebé? Tomabas leche o alguna clase de fórmula para bebés. No comías pizza, ni galletas y ni siquiera vegetales. No tenías dientes y tu cuerpo aún no estaba preparado para digerir alimentos sólidos. Después de un tiempo comenzaste a comer vegetales, pero alguien tenía que majarlos hasta dejarlos bien finos. Finalmente, comenzaste a comer cosas más sólidas a medida que fuiste creciendo, como pan tostado y galletas.
El crecimiento como hijos de Dios es muy parecido. El versículo de hoy dice que primero debemos aprender las cosas sencillas de Dios. Todas las cosas que hemos estado aprendiendo este año en nuestra aventura por la Biblia son cosas sencillas de Dios. Pero hay mucho más. A medida que vayas creciendo irás aprendiendo y entendiendo muchas otras cosas de Dios que aún no sabes. De hecho, si sigues explorando la Palabra de Dios nunca dejarás de aprender de él por muy viejo que puedas llegar a ser.
No te preocupes si aún no entiendes todo. Sigue estudiando sobre Dios y sobre su amor por ti y aprenderás algo nuevo cada día.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

ATENTO AL CLAMOR DE SUS HIJOS


Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre. (Éxodo 2:23)

¡Después de muchos días!», comienza diciendo el versículo de hoy. Los israelitas tuvieron que dejar pasar muchos años para entender lo que significaba vivir lejos de Dios y las consecuencias que implicaba hacerlo. Fue necesario que sufrieran todo tipo de maltratos, humillaciones y vejaciones para que entendieran finalmente que podían clamar y acudir a Dios reconociendo que él era el único que podía rescatarlos del horror en el que vivían.
Cuando murió aquel rey del que habían estado dependiendo, se dieron cuenta de la necesidad que tenían de poder adorar a Dios en libertad. Por haber permanecido como esclavos de aquel rey durante varias generaciones habían olvidado los caminos de Dios, la forma correcta de adorarlo, de servirlo, de buscarlo, de entrar en su presencia. Bajo el mandato de aquel faraón sus corazones se habían vuelto duros, toscos, faltos de entendimiento, y fueron distanciándose del amor de Dios, de su compasión, de su misericordia y de su justicia. Distaban mucho de conocer a su Dios.
Como hemos leído en el versículo de hoy, ellos clamaron. Al hacerlo llegó su dolor y su angustia hasta aquel que ya tenía el plan perfecto para rescatarlos de la esclavitud. «Como nunca antes necesitamos apresurarnos a servir juntos a aquel que ha preparado su trono en los cielos y cuyo reino gobierna sobre todos. Dios no ha desamparado a su pueblo y nuestra fuerza depende de no separarnos de él» (El ministerio de la bondad, p. 141).
Puede que en tu vida tengas tu propio faraón, un rey que te impide gobernar tu libre albedrio para que coincida con la voluntad de Dios para tu vida. Quizá, como el pueblo de Israel, gimes por haber perdido el contacto con Dios y estés vagando cada vez más lejos de él. ¿Acaso tendrán que morir tus faraones para que reenfoques tus pensamientos en Dios? Acude a Dios en oración y súplica, para que él haga de ti una mujer libre para amarle.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Isabel Salinas de Martín

NO HAY LUGAR MÁS SEGURO


Que todas las naciones de la tierra sepan que tú, Señor; eres el único Dios. 2 Reyes 19:19

Uno de los grandes reyes del pueblo judío fue, sin duda, Ezequías. Su éxito fue tan grande que el registro sagrado dice que «entre todos los reyes de Judá... no hubo ninguno como él» (2 Rey. 18:5,6). ¿Cuál fue el secreto de su éxito? Dice la Escritura que «Ezequías puso su confianza en el Señor, el Dios de Israel» (vers. 5). Mientras confió en Dios, nada ni nadie pudo contra él.
Un día, los temibles ejércitos asirios bajo el mando de Senaquerib comenzaron a amenazar con conquistar Jerusalén. Ante las murallas de la ciudad, los mensajeros de Senaquerib se burlaron de Dios, de Ezequías y del pueblo judío. ¿Qué hizo Ezequías? Oró a Dios (ver 2 Rey. 19:14-19). La respuesta no tardó mucho en llegar. Esa misma noche un ángel de Dios mató a 185,000 hombres del ejército asirio.
Poco después Ezequías enfermó gravemente. Por medio de Isaías Dios le informó al rey que debía ordenar sus cosas porque moriría (2 Rey. 20:1-7). Cuando escuchó esta terrible noticia, ¿qué hizo el rey? Nuevamente, oró a Dios. Y Dios escuchó su súplica: le añadió quince años de vida (vers. 6).
Luego vino una tercera prueba. Cuando el rey de Babilonia supo que Ezequías había sanado, le envió regalos por medio de sus embajadores. Ezequías los atendió con mucha cortesía, pero cometió un grave error: les mostró todos los tesoros de su reino. En lugar de hablarles del Dios de Israel, quien milagrosamente lo había salvado en dos ocasiones, su orgullo lo llevó a revelar secretos de estado a una nación enemiga. Años más tarde los babilonios saquearían todos esos tesoros.
Ezequías superó grandes pruebas mientras se apoyó en Dios. Pero fracasó cuando se olvidó de Dios. Su historia nos enseña que cuando vengan las pruebas hay un lugar al que con toda confianza siempre podemos acudir: al trono de Dios.
Ya se trate de una crisis severa, de una tentación fuerte, o de algo que parezca insignificante, tu Padre celestial te recibirá con los brazos abiertos. Él escuchará tu oración y, en el momento oportuno, te dará mucho más de lo que puedes imaginar.

Padre celestial, gracias porque siempre puedo acudir a ti en busca de ayuda, confiado en que nunca me rechazarás

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

CONSUELO CON PACIENCIA


«Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en aquel que él ha enviado"» (Juan 6:29).

A Jesús se le partía el corazón, no porque su amigo Lázaro hubiera muerto, sino por la tristeza y la incredulidad de Marta, la hermana de su amigo. Ella creía en el Señor, en teoría, pero su corazón seguía desconsolado.
El Señor trató a Marta con gran sabiduría. En primer lugar, no se enojó con ella. En su voz no había rastro alguno de irritación. No le dijo: «Marta, me avergüenzo de que me tengas en tan poca consideración». Ella pensó que honraba a Jesús al decir: «Sé que, incluso ahora, cualquier cosa que le pidas a Dios, él te la dará». Pensaba que Jesús era un gran profeta que podía pedirle a Dios cualquier cosa y que recibía respuesta a todas sus oraciones.
No consiguió darse cuenta del poder personal de Jesús para dar y sostener la vida. Pero el Salvador no la regañó. No creo que el pueblo de Dios aprenda mucho de los regaños. Si alguna vez encuentra a un hijo del Señor que no logra alcanzar el ideal, no lo amenace ni lo reprenda. Sea amable con los demás, así como el Señor ha sido amable con usted. Que los siervos pierdan la paciencia es inapropiado, sobre todo cuando el Maestro ha mostrado tanta.
Con espíritu compasivo y amable, Jesús comenzó a enseñarle más cosas referidas a sí mismo. Qué reconfortantes debieron sonar a sus oídos estas palabras: «Yo soy la resurrección y la vida». No es que dijera: «Puedo conseguir la resurrección con mis oraciones»; sino: «Yo, y ningún otro, soy la resurrección».
Al decir: «Yo soy la resurrección y la vida», el Señor le indicó a Marta que la resurrección y la vida no son bendiciones que él tuviera que pedir a Dios, ni siquiera dones que tuviera que crear; sino que él mismo es la resurrección y la vida. Esto es así, allí donde esté. Él es el Autor, el Dador y el Sustentador de la vida; él mismo es la vida. El Señor quería que Marta supiera que él era lo que ella pedía para su hermano.
Si tiene el corazón dolorido por el fallecimiento de alguien a quien amaba, las palabras del Salvador también son para usted.  Basado en Juan 11:1-44

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

martes, 27 de noviembre de 2012

VIEJO Y MÁS SABIO


«Prefiero rogártelo en nombre del amor. Yo, Pablo, ya anciano y ahora, además, prisionero de Cristo Jesús, te suplico» (Filemón 1:9,10, NVI).

Hoy nos encontramos en el pequeño libro de Filemón. Aquí podemos notar que Pablo ya era un anciano. Algunos dicen que estaba casi ciego. Ya no podía moverse como cuando era joven, y seguramente tenía dolores y achaques propios de su edad. Pero a pesar de que Pablo no podía hacer algunas de las cosas que hacía de joven, tenía algo que solo se obtiene con los años.
Pablo había conocido a Dios durante muchos años y así como ocurre con cualquier buen amigo, cuanto más lo conocía, más lo amaba. Como Pablo y Dios se conocían desde hacía tantos años, se amaban mucho. Hay ciertas cosas de envejecer que no son muy agradables, pero tú puedes aprender de aquellos que han envejecido en Jesús. Pregúntales cómo puedes ser un mejor cristiano. Pregúntales qué cosas han aprendido de Dios. Diles que los respetas porque han sido fieles a Jesús durante su vida. Entonces, junto a ellos, espera ansiosamente el día del regreso de Jesús en el que tanto jóvenes como ancianos seremos llevados al cielo con él.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

EXAMINA LA SENDA


Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos. (Proverbios 4:26)

Emigrar a otro país dejando familia y amigos atrás no es fácil. Mi familia y yo tuvimos la oportunidad de viajar de Perú a México, donde vivimos doce años. Un día recibimos la aprobación para obtener la residencia norteamericana, algo que habíamos estado gestionando durante catorce años, y decidimos que yo sería la primera en viajar a Estados Unidos, y luego mi hijo menor decidió que me acompañaría, ya que deseaba estudiar en una de nuestras universidades. Mi esposo y mi hijo mayor se quedaron en México, con la seguridad de que pronto estaríamos juntos. Vendimos todo lo que habíamos adquirido en aquellos doce años. Renuncié a mi empleo y viajé al «país de las oportunidades». Yo estaba segura de que Dios deseaba esa opción para nosotros.
Conforme pasaron los meses me di cuenta de que no era fácil luchar sin mi esposo. Pensé en las muchas mujeres que como yo dejan sus hogares para encontrar su bienestar. Una felicidad basada en las comodidades, pero vacía por la ausencia del esposo y los hijos. Luego se hizo necesario que regresáramos a México, porque mi hijo se enfermó, y hoy estamos nuevamente juntos. Ahora comprendo que los caminos del hombre no son los de Dios, y que aquella había sido una decisión motivada por la comodidad y el bienestar. Además, comprendí que mi esposo y mis hijos son el tesoro más grande que Dios me ha dado. El Señor no deseaba que estuviéramos separados.
Elena G. de White escribió: «El dinero tiene gran valor porque puede hacer mucho bien, pero el dinero no es de más valor que la arena, a menos que sea usado para satisfacer las necesidades de la vida, beneficiar a otros y hacer progresar la causa de Cristo» (Mensajes para los jóvenes, cap. 10, p. 220).
¿Qué hacer para no tomar decisiones apresuradas? La clave está en no limitar la vida cristiana a una hora diaria, o a dos o tres horas en la iglesia. En la Biblia leemos: «Examina la senda de tus pies y todos tus caminos sean rectos». No nos apartemos de Jesús, permitamos que el forme parte de nuestras vidas, y guiará nuestro camino.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Mirna Jares de Pezoa

UNA DURA PRUEBA


Perdónanos el mal que hemos hecho, así como nosotros hemos perdonado a los que nos han hecho mal. Mateo 6:12

Sin lugar a dudas, una de las cosas más difíciles de ser cristiano es perdonar. ¿Cómo perdonar al amigo que te traiciona, a la novia o novio que te engaña, o al profesor que te humilla ante tus compañeros?
La experiencia de Corrie Ten Boom nos puede ayudar. Corrie creció en un hogar donde las puertas siempre estaban abiertas para atender a la gente necesitada. Por eso, cuando en el año 1940 los nazis invadieron Holanda, su país natal, no pasó mucho tiempo antes de que su casa se convirtiera en un refugio para perseguidos políticos.
A pesar de que arriesgaban sus vidas, los Ten Boom realizaron esta labor humanitaria durante varios años, hasta que un espía los denunció a la Gestapo (la policía secreta nazi). Fue así como el 28 de febrero de 1944, la Gestapo tomó por asalto la casa de los Ten Boom y llevó prisioneros a todos los que se encontraban allí. El padre de Corrie murió a los diez días de haber sido apresado. Betsie, su hermana, murió en el campo de concentración donde ambas fueron recluidas.
El 30 de diciembre de 1944 Corrie fue liberada, y entonces tuvo que enfrentar la prueba más dura: ¿Podría perdonar a los culpables de la muerte de su padre y de su hermana? La respuesta no tardó mucho en llegar.
Poco después de la rendición de Alemania, Holanda fue liberada. Entre los arrestados por crímenes de guerra se encontraba el espía que los había denunciado. Ese hombre era un traidor. Con el fin de engañarla, le había dicho a Corrie que necesitaba ayuda para liberar a su esposa. Ella creyó su historia y le dio dinero. Luego él, al igual que Judas, salió de allí directo a traicionarla. Pero ahora estaba condenado a muerte. ¿Qué hizo ella? Le envió a la prisión una carta que decía: «Recuerde que Jesús murió por usted en la cruz. Si cree en él y desea ser su hijo, será salvo por la eternidad [...]. Yo lo he perdonado. Y Dios también lo perdonará, si usted se lo pide» (Pam Rosewell Moore, Life Lessons from the Hiding Place [Lecciones de vida desde el refugio secreto], p. 116).
¿Hay alguien a quien no has podido perdonar? Hoy es un buen día para sacar esa espina de tu corazón.
Dios mío, ayúdame a perdonar a quienes me han hecho mal, de la manera que tú me has perdonado.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

LA PROMESA ES PARA USTED


«Pero yo sé que mi Redentor vive, y que al fin se levantará sobre el polvo» (Job 19:25).

De las hermanas de Lázaro, Marta era la práctica. Ella era quien se quedaba en casa y se hacía cargo de las tareas domésticas. Mientras María malgastaba los años con inquietudes y extravíos, ella limpiaba, cocinaba y tenía cuidado de Lázaro. Sin duda alguna, Marta pensaba: «María es insensata. Se enamora de cualquiera que le preste un poco de atención. Además, no sabe nada de cuidar la casa». Por su parte, es probable que María pensara de Marta: «Es tan aburrida y sosa... Para la edad que tiene está muy mayor y ajada. Tendría que aprender a relajarse de vez en cuando y pasarla bien».
En aquella hora tan dolorosa, parecía que a Marta le costaba creer que Jesús le estuviera hablando. «Tu hermano resucitará.» De haber creído, esa promesa habría sido un gran consuelo. «Sí, resucitará en el día postrero. Sin duda que, cuando miles de millones salgan de su tumba, Lázaro también estará con ellos».
Nosotros solemos hacer lo mismo. Tomamos las promesas de Dios y decimos: «Es verdad para todos los hijos de Dios... algún día». Pero nos olvidamos del hecho de que son personales, para nosotros, hoy. Dios ha dado una gran bendición a su pueblo escogido. Sí, eso significa que a usted también. Pero sacudimos la cabeza como si la cosa no tuviera que ver con nosotros. Es una fiesta estupenda, pero seguimos hambrientos; es un río caudaloso, pero continuamos sedientos. ¿Por qué?
De alguna manera interpretamos la promesa en términos tan generales que echamos de menos el consuelo que viene cuando las aplicamos personalmente. Que seamos pobres y miserables es responsabilidad nuestra, porque bastaría con que ejercitáramos un poco la fe para que poseyéramos una herencia ilimitada.
Si usted es hijo de Dios, todas sus promesas le pertenecen y son suyas ahora mismo. Si este banquete no lo sacia es porque no tiene suficiente fe. Si, estando a orillas de este río, continúa sediento es porque no se agacha y bebe. Alégrese y esté contento; crea que las promesas del Señor son personales y para usted.  Basado en Juan 11:1-44

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

lunes, 26 de noviembre de 2012

¿CUÁL DE LOS DOS?


«Cuando te dejé en la isla de Creta, lo hice para que arreglaras lo que quedaba por arreglar y para que, en cada pueblo, nombraras ancianos de la iglesia, de acuerdo con lo que yo te encargué» (Tito 1:5).

Hoy nos vamos de expedición a la isla de Creta. Creta es una isla grande situada en el Mar Mediterráneo. El versículo de hoy nos dice que Pablo dejó a Tito en Creta y le encargó una tarea. Estoy seguro de que mientras Tito estuvo en la isla de Creta dedicó una buena parte de su tiempo a caminan disfrutar de la naturaleza y hablar con Dios.
Un árbol que Tito pudo haber visto es el algarrobo. El algarrobo da unas pequeñas semillas llamadas algarrobas que saben muy parecido al chocolate. Es probable que alguna vez hayas probado un brownie de algarroba, una barra de chocolate de algarroba o incluso un pastel de algarroba. Aunque su sabor es muy parecido a del chocolate, la algarroba no tiene algunos elementos que son perjudiciales para la salud que el chocolate sí tiene.
En la vida también hay muchas cosas que son parecidas. A menudo una de ellas es mejor que la otra. Debemos consultar a Jesús cada día para hacer elecciones sabias. Él sabe qué es lo mejor para nosotros y nos mostrará qué decisión debemos tomar.  Así que la próxima vez que necesites tomar una decisión difícil, pídele a Dios que te muestre la diferencia entre el chocolate y la algarroba.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

LLAMADAS PARA SERVIR


¡Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú sobrepasas a todas! (Proverbios 11:29).

Como en los tiempos antiguos, Dios ha llamado a sus siervos fieles para que respondan a las demandas de su época. A lo largo de los siglos sus escogidos han sido jueces o libertadores, profetas, reyes y apóstoles, entre otros. Dios ha llamado a hombres y mujeres para que, en el momento que les ha tocado vivir, puedan cumplir determinada misión. Hoy, al igual que ellos entonces, tú y yo hemos sido llamadas a servir. El hecho de ser mujeres, nos permite acceder a personas que no podrían ser alcanzadas por hombres.
En la Biblia podemos ver el importante papel desempeñado por algunas mujeres en el gran plan de Dios. Algunas de ellas fueron:


  • Dirigentes y consejeras como Débora, quien no titubeó en lo concerniente a la libertad de su pueblo.
  • Valientes y abnegadas como Ester. Una mujer de extraordinaria belleza que estuvo dispuesta a arriesgar su vida por el bien de su nación.
  • Amantes y perdonadoras como Ana quien, en medio de hostilidades, enemistades y conflictos morales, supo amar y perdonar.
  • Pacificadoras y prudentes como Abigail, que con su sabiduría salvó a su esposo de conflictos y al futuro rey de cometer un acto imprudente y criminal.
  • Humildes y obedientes como María, madre abnegada del Mesías.
  • Trabajadoras y serviciales como Dorcas, una mujer laboriosa y dispuesta a ser útil en los momentos de crisis.
  • Fieles y leales como Rut, quien decidió identificarse con los israelitas y aceptar al Dios eterno, formando así parte del gran plan de Dios para la humanidad. Hemos sido llamadas para servir en el medio en el que nos ha tocado vivir. Ojalá que cada una de nosotras sea en Cristo una mujer virtuosa, para su gloria y honor.


Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Coraduma Escobar de Villarreal

ALGUIEN ESTÁ PENDIENTE DE TI


No hemos dejado de orar por ustedes.  Colosenses 1:9

Jaime no podía explicar por qué se sentía tan extraño ese día. En lugar de estar practicando su pasatiempo favorito, no podía sacar de su mente la iglesia de su juventud. ¿Qué estaba pasando? Había dejado de asistir a su iglesia desde hacía unos cuantos años. Pero frescos en su mente estaban los viejos himnos, los textos bíblicos, las amistades... Y ese día en particular no podía explicar por qué esos recuerdos acudían a su mente con tanta fuerza. Entonces decidió visitar su recordada y querida iglesia.
Justo ese día estaba concluyendo la Semana de Oración. Cuando Jaime entró al templo, se escucharon murmullos de asombro, que fueron creciendo en intensidad hasta convertirse en francas expresiones de alegría. Incluso algunos de los miembros no pudieron contener lágrimas de emoción. Entonces se escuchó la voz del pastor:
—En este momento concluiremos nuestra Semana de Oración formulando votos de fidelidad a Jesús, quien murió por...
—¡Murió por mí! —exclamó Jaime, mientras caminaba hacia el pulpito.
Entonces el pastor tomó la palabra:
—¿Alguien aquí duda del poder de la oración intercesora?
Inmediatamente se escuchó un estruendoso «¡Amén!» de parte de la congregación.
Acto seguido, el pastor descendió de la plataforma, estrechó la mano de Jaime y le dijo:
—Jaime, esta semana hemos estado orando por ti. Orando para que regresaras a la iglesia. Consideramos que ya era demasiado tiempo lejos del redil. ¡Bienvenido a casa! (Adaptado de Betty Kossick, Revista adventista [edición interamericana], noviembre de 1980, p. 9).
Entonces Jaime entendió el porqué de esos sentimientos tan extraños: alguien había estado orando por él. Y Alguien había estado pendiente de él. Porque aunque Jaime se había alejado de Dios, Dios no se había alejado de Jaime. ¡Pero es que Dios no suelta con facilidad ni siquiera al más pequeñito de sus hijos! Mucho menos si esa ovejita ha sido alguna vez parte de su redil.
No sé cómo está tu vida espiritual ahora mismo. Lo que sí sé es que, si te has alejado de Dios, alguien está orando por ti.  Y alguien está pendiente de ti.  Es tu padres celestial  Él no se va a cruzar de brazos mientras ve que una de sus ovejitas corre peligro fuera del redil.

Gracias, Padre mío, por estar siempre pendiente de mí

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

LAS PALABRAS DE DIOS SON VIDA



«El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. » Juan 6:63.


Jesús le dijo a Marta algo que parecía demasiado bueno para ser verdad. Con toda claridad, declaró: «Tu hermano resucitará». De tener suficiente fe, ella podría haber dicho: «Señor, gracias por la promesa. Estoy segura de que en cualquier momento lo veremos sentado a la mesa, comiendo con nosotros». Pero no, ella solo pensaba en una posibilidad futura y respondió: «Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final» (Juan 11: 24).
Muchas son las preciosas verdades que han sido puestas a un lado como reliquias del pasado. Decimos: «Sí, creemos esa promesa. Es una verdad extraordinaria». Y, acto seguido, nos apresuramos a archivarla cuidadosamente. Creer una verdad de manera que se la pone en cama y se la hace reposar sobre una mullida almohada de olvido es lo mismo que no creerla en absoluto.
A menudo, hacemos con las promesas de Jesús como aquella pareja de ancianos hizo con un precioso documento que habría solucionado su futuro si hubieran estado conscientes de su valor real. Al entrar en casa de una parecía pobre, un caballero vio que de la pared colgaba un marco con un billete de mil francos franceses. Preguntó a los ancianos: «¿Cómo lo consiguieron?». Le contaron que habían acogido a un pobre soldado francés y lo habían cuidado hasta su muerte. Él les había dado esa retrato suyo como recuerdo. Pensaron que quedaría bonito si lo enmarcaban y por eso estaba colgado de la pared de la granja. Al enterarse de que, si lo cambiaban por dinero, podía valer una pequeña fortuna, quedaron estupefactos.
¿No hacemos nosotros algo similar con cosas infinitamente más preciosas? ¿Acaso no leemos algunas de las promesas de Jesús y decimos: «Son preciosas», para luego no reclamarlas cuando las necesitamos? Nosotros hacemos lo mismo que Marta cuando tomó las palabras: «Tu hermano resucitará» y las puso en el extraordinario marco de «la resurrección, en el día final». Ojalá tuviéramos fe para transformar los lingotes de oro de las promesas de Dios en monedas cotidianas y las usáramos como dinero de bolsillo.
Señor, reclamo tus preciosas promesas. Basado en Juan 11:1 -44

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

domingo, 25 de noviembre de 2012

RESPIRA HONDO Y VIVE


«Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender, para corregir y educar en una vida de rectitud» (2 Timoteo 3:16).

Una de las cosas importantes que hemos hecho en nuestras aventuras diarias es respirar. Sería muy difícil poder caminar sin poder respiran ¿verdad? Es importante que absorbas aire profundamente. A eso se lo llama inhalar. Inmediatamente después es importante que expulses el aire. A eso se lo llama exhalar. El aire debe ser echado fuera para tener espacio para nuevo aire fresco en tus pulmones. También es importante porque las plantas que nos rodean usan el aire que nosotros exhalamos. Este aire se llama dióxido de carbono, y da vida a todas las plantas de nuestro mundo. El versículo de hoy habla de algo que Dios exhaló y que nosotros podemos inhalar para tener vida eterna: la Biblia. El versículo dice que Dios es el autor de las palabras de la Biblia. También dice que esta sirve para enseñar, ayudarnos a identificar el pecado y ser mejores personas. Todo eso salió del aliento de Dios.
Así como las plantas viven de lo que nosotros exhalamos, nosotros vivimos de lo que Dios exhaló. La Biblia nos lleva a Dios, y él nos da la vida eterna, que es la mejor vida de todas. Así que respira hondo, llénate de la Palabra de Dios y vive.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

ESPÍRITU, ALMA Y CUERPO


Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. (3 Juan 1:2).

Según la organización Mundial de la Salud: «La salud es un estado de perfecto bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de enfermedad». Otros dicen que la salud es el estado armonioso en que se encuentra todo nuestro organismo. Por otro lado, se considera que la enfermedad es la ruptura o el desequilibrio de ese estado armonioso.
Cuando nuestro organismo está sano, expresamos vitalidad, alegría, sentimientos positivos, mientras que en una situación de enfermedad expresamos dolor, tristeza y angustia. La enfermedad puede deberse a varias causas, aparte de la mayor que es el pecado. Hoy se considera que un cuerpo enfermo puede ser el resultado de desequilibrios en el organismo causados por la acumulación de toxinas, por una nutrición deficiente, por consumir una mala combinación de alimentos, por el estrés, por la falta de ejercicio, por la poca ingesta de agua, por la falta de descanso, o por respirar de manera inadecuada.
El reconocido psicólogo estadounidense Abraham Maslow señaló algunas de la características que distinguen a las personas sanas. Entre otras cosas, destacó:

  • Una capacidad mayor de percibir la realidad y de juzgar correctamente a personas y hechos.
  • Se aceptan a sí mismos y a los demás, rechazando la afectación y la mentira.
  • Son naturales, espontáneos, sencillos y modestos.
  • Se centran en los problemas, y no en el yo.
  • Pueden afrontar la vida con respeto, alegría y entusiasmo.

El texto de hoy nos hace ver que el Señor, a través del apóstol, nos muestra su interés en nuestra salud espiritual o salvación, así como también en nuestro bienestar físico. Recordemos que Jesús también dijo: «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia» (Juan 10:10).
Elena G. de White escribió cientos de páginas respecto al tema de la salud. Fíjate, por ejemplo, en este mensaje: «Las cosas de la naturaleza son bendiciones de Dios, provistas para promover la salud del cuerpo, la mente y el alma. Se ofrecen a los sanos para mantenerlos sanos y a los enfermos para sanarlos» (Consejos sobre la salud, p. 166).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Janet Ribera de Diestre

LOS CIELOS CUENTAN LA HISTORIA


Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra. Génesis 1:1, NVI

En estos días, mientras «desempolvaba» material de esos que uno coloca en el baúl de los recuerdos, me topé con un artículo que escribí hace ya algunos años. Su título era «Preguntas que el evolucionista debe responder». Hasta donde sé, los defensores de la evolución no las han podido responder satisfactoriamente. Veamos:

  1. La teoría evolucionista sostiene que la vida surgió «por sí misma», sin la intervención de ningún poder sobrenatural. ¿No contradice esta afirmación el principio de que la vida solo procede de la vida?. ¿Puede el azar, la casualidad, crear vida, sin antes poseerla?
  2. En la base de la teoría de la evolución se encuentra la selección natural, proceso según el cual los caracteres hereditarios de los animales mejor dotados habrían pasado a su descendencia, dando así origen a especies superiores, hasta llegar al hombre. Sin embargo, la genética moderna, basada en las leyes de la herencia, ha demostrado que cada especie, sea animal o vegetal, tiene un código genético peculiar, que hace prácticamente imposible el apareamiento entre genes de especie diferente. Si esto es cierto, ¿cómo pudo el mono llegar a ser hombre? 
  3. Según Darwin, la lucha por la existencia dio origen a un ser en el que gradualmente fueron apareciendo las facultades superiores. Sin embargo, ¿cómo pudo desarrollarse en el ser humano, por ejemplo, la facultad del habla, en un ambiente en el cual su única preocupación era sobrevivir? 
  4. Si evolución es sinónimo de progreso, ¿cómo podemos conciliar esta teoría con la segunda ley de la termodinámica (entropía) que establece que en cada proceso en el que hay transformación de energía, se verifica una pérdida de la energía disponible para la futura realización de trabajo? Es decir, la cantidad de energía en el universo es cada vez menor. ¿Es esto evolución?
  5. Si el hombre es solo una etapa más en el proceso evolutivo, ¿cómo podemos explicar su naturaleza moral?. A diferencia de los animales, ¿por qué podemos distinguir entre el bien y el mal?

Para el creyente, la respuesta a estos y otros interrogantes es muy sencilla: «Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra» (Gen. 1:1 NVI). Pero hay quienes no lo creen. A los tales, la Biblia los llama necios (Sal. 14:1).
No .somos producto de las leyes del azar.  Un amante Padre celestial nos planificó y nos creó para su gloria.

Gracias, Cristo, por ser mi Creador y mi Redentor.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

«YO SOY LA RESURRECCIÓN»


«Le dijo Jesús:" Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá"» (Juan 11:25)

Lázaro vivía con sus dos hermanas Marta y María en la pequeña ciudad de Betania, cerca de Jerusalén. Muchas veces, cuando Jesús estaba cansado y necesitaba alejarse del bullicio de la gente que siempre le seguía, se escapaba a la casa de Lázaro para disfrutar de buena comida y una conversación tranquila.
Un día Lázaro enfermó de repente y como no respondía al tratamiento, las hermanas estaban alarmadas y enviaron un mensaje a Jesús, el cual estaba enseñando en otra ciudad. Por eso enviaron a decirle: «Señor, el que amas está enfermo» (Juan 11:3).
Jesús tardó tres días en ir a Betania. Antes de llegar a la casa, recibió la noticia de que Lázaro había muerto. Cuando Marta supo que Jesús estaba a las afueras de su ciudad, dejó a las plañideras y corrió a su encuentro. Después de reunirse y llorar juntos, Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará» (Juan 11:23). Marta respondió: «Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final» (vers. 24).
Marta es ejemplo de un creyente ansioso. Cree, pero no confían lo suficiente como para no preocuparse. No desconfían del Señor ni cuestionan la veracidad de lo que dice, sino que se preguntan: «¿Cómo será?». Por lo tanto, no reciben todo el consuelo que la Palabra del Señor podría traer a su corazón si la creyeran plenamente. El cómo y el por qué son del Señor, quien responde según su voluntad.
Es mucho mejor sentamos con María a los pies del Señor, creyendo sus promesas, que salir corriendo con Marta, mientras preguntamos: «¿Cómo puede ser esto posible?».
Marta tenía fe en lo que podía ver. Pero, como muchos de nosotros, sus ojos estaban tan cegados por las lágrimas que no podía ver más allá de ese momento.
Me pregunto qué nos perdemos usted y yo, a qué bendiciones damos la espalda, ante qué milagros cerramos los ojos porque carecemos de una fe que sea capaz de mirar más allá del presente.
Martín Lutero escribió: «Nuestro Padre Dios hizo que todo dependiera de la fe para que quien tenga fe lo tenga todo y quien no tenga fe no tenga nada».  Basado en Juan 11:1-44

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

sábado, 24 de noviembre de 2012

DINERO, DINERO, DINERO


«Porque el amor al dinero es raíz de toda clase de males; y hay quienes, por codicia, se han desviado de la fe y se han causado terribles sufrimientos» (1 Timoteo 6:10).

En una de nuestras salidas del mes pasado hablamos sobre las raíces. Dijimos que si no estábamos enraizados profundamente en Jesús, seríamos unos cristianos agonizantes. Hoy vamos a hablar de otra cosa donde la gente puede echar sus raíces. Si leíste el versículo de hoy, te habrás dado cuenta de que es el dinero.
Aferramos a dinero significa que vivimos pensando todo el tiempo en conseguir dinero. Hay gente que ama el dinero. Les gusta ahorrarlo, gastarlo o quejarse de él. Simplemente les encanta todo lo relacionado con el dinero.
El versículo de hoy dice que amar el dinero te puede meter en problemas. Algunos se aferran tanto al dinero que se alejan de Dios. Su vida se vuelve un desastre porque hacen del dinero su dios.
Es importante que te des cuenta de que el versículo no dice que el dinero es malo, sino de que el amar el dinero es malo. Dios nos ha dado el dinero como una bendición para ayudar a nuestras familias y a la gente. Recuerda esto: ama a Dios y ama al prójimo usa tu dinero para ayudar a ambos.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

CLAMA A MÍ Y YO TE RESPONDERÉ


Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. (Jeremías 29:13).

¿Hay quienes se desaniman cuando claman a Dios con un propósito especial y no reciben una respuesta de inmediato. La tardanza no es del agrado de nadie. Una comunicación con demoras nos hace sentir incómodas, inseguras y nerviosas. Sin embargo, es probable que alguna vez, al hacer una llamada de larga distancia, nos diéramos cuenta de que era necesario esperar algunos segundos para escuchar a la otra persona. Ese eco o demora resulta incómodo, pero por eso no nos vamos a desesperar y a cerrar la comunicación. Lo triste es que cuando algunas personas oran al Señor, y él tarda en contestar, dicen: «No me escucha» y ¡cierran la comunicación! Amiga, no hay tardanza en Dios. Nosotras quizá lo consideremos así, pero probablemente en sus tiempos está la respuesta.
Cuando le pedimos algo a Dios él siempre responde de una manera correcta y en el tiempo perfecto, porque «toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces en quien no hay mudanza, ni sombra de variación» (Sant. 1:17). Asimismo, tenemos su divina promesa: «Antes que clamen, yo responderé; mientras aún estén hablando, yo habré oído» (Isa. 65:24).
Me gusta la forma en que el escritor Stephen N. Haskell lo explica: «En el cielo no hay pérdida de tiempo. El primer débil susurro de necesidad expresado por un hijo de Dios, es presentado ante su trono y el mandato de contestarlo es dado rápidamente» (La historia de Daniel el profeta, p. 10).
En el mismo momento en que movemos los labios, o al formular una oración mental, ¡él nos escucha! En la Biblia tenemos el ejemplo de Ana, quien clamó a Dios para ser librada de su adversidad. También el de Nehemías, quien pidió mentalmente sabiduría para darle una respuesta al rey Dios no está tan lejos que no pueda escucharnos, antes al contrario, está siempre a nuestro lado cuando lo llamamos.
Querida hermana, ante todo debemos creer: «Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que lo buscan» (Heb. 11:6).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Jenny Avaylon

EL OSO Y EL CAZADOR


Escrito está: «No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». Mateo 4:4, NVI

Cuenta Michael Green que un cazador ya estaba a punto de disparar a un oso, cuando este, en tono amistoso, le pidió por favor que conversaran.
—¿No es mejor conversar que disparar? —preguntó el oso con voz conciliadora.
—Sí, claro —respondió el sorprendido cazador.
—¡Qué bueno que estamos de acuerdo en este punto! —dijo el oso—. ¿Qué es lo que usted quiere, señor cazador? Siempre hay la posibilidad de negociar.
—Pues, lo que quiero solo tú me lo puedes dar: una piel de oso.
—Eso se puede negociar —respondió el oso—. Usted quiere una piel de oso y yo, en cambio, deseo tener mi estómago lleno. Negociemos.
Entonces el cazador puso a un lado el rifle y se sentó con el oso para conversar.
Dice el relato que las negociaciones fueron todo un éxito: El oso quedó con el estómago lleno; y el cazador, abrigado con la piel del oso. Pero los testigos del hecho dicen que solo vieron al oso alejarse del lugar (adaptado de 1,500 illustrations for Biblical Preaching [Mil quinientas ilustraciones para la predicación bíblica], p. 76).
¿La moraleja del relato? Ten mucho cuidado de con quien «te sientas a negociar». Cuando en el desierto el tentador intentó convencer a Jesús de que llegaran a algún tipo de acuerdo, el Señor lo puso en su lugar con un «Escrito está».
El ejemplo de nuestro Señor nos enseña que cuando hay el más mínimo riesgo de comprometer nuestros principios, la conducta más segura es pararnos firmes en la plataforma de la Palabra de Dios. Por esta razón, de esa contundente victoria en el desierto de la tentación, escribió Elena G. de White en El Deseado de todas las gentes: «En presencia del universo, [Cristo] atestiguó que es menor calamidad sufrir lo que venga, que apartarse en un ápice de la voluntad de Dios» (p. 100).
Que todo el mundo sepa que cuando de principios se trata, tú no vas a negociar. Que el mundo sepa que conoces muy bien tus límites, y los respetas. Que conoces tu deber, y lo cumples. Y sobre todo, que tenga muy en claro que tu mayor preocupación es agradar a Dios y no a los seres humanos.
Padre mío ayúdame  a permanecer fiel a los principios de tu santa Palabra, no importa el precio que tenga que pagar.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala