Lugar: Suecia
Palabra de Dios: Proverbios 20:1
Jeannette y su mamá estaban mirando televisión una tarde, cuando Jun visitante inesperado irrumpió en la casa. Un alce se coló a través de la puerta y entró corriendo a la sala de estar. El animal, de gran tamaño, corrió por ella, chocando cosas y destrozando muebles.
Jeannette, de diez años, dio un grito y se quedó congelada en su asiento, con los ojos llenos de terror. Su mamá la llevó rápidamente a otra habitación, y luego se dirigió al teléfono para pedir ayuda. Cuando los expertos en vida salvaje llegaron, se hicieron cargo del alce, que aparentemente se había lastimado mientras tomaba por asalto la sala.
-El animal está ebrio -explicaron.
¿Un alce ebrio? Esto puede sonar raro, pero sucede todos los años. Durante los meses del otoño, una cantidad de alces se aleja de los bosques y se dirige hacia las ciudades y sus alrededores. Encuentran manzanas fermentadas que se han caído de los árboles. Comer la fruta fermentada los embriaga. Los alces, normalmente, no son animales agresivos, pero cuando están alcoholizados se descontrolan. Estos animales grandes pesan hasta casi quinientos kilogramos, ¡y tener un alce borracho suelto puede ser una experiencia aterrorizadora!
¿Alguna vez alguien te dijo que nunca debieras emborracharte; que te mantuvieras lejos de las bebidas fermentadas? Si es así, te han dado un buen consejo, porque el alcohol hace que no puedas pensar bien. La Biblia dice: "El vino lleva a la insolencia, y la bebida embriagante al escándalo; ¡nadie bajo sus efectos se comporta sabiamente!"
Si alguna vez te sentiste tentado a tomar un sorbo, recuerda el alce borracho y di simplemente, que no. Nunca lamentarás tener la mente clara. Después de todo, así nos creó Dios.
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson