miércoles, 31 de octubre de 2012

UN PERDÓN MÁS FUERTE QUE UN HURACÁN

«Poco después se nos vino encima un viento huracanado, llamado Nordeste, que venía desde la isla» (Hechos 27:14, NVI).

Sostén tu sombrero que hoy va a hacer mucho viento. Prácticamente voy a tener que gritarte para que puedas escuchar lo que te digo en medio de la tempestad. Si lees el versículo de hoy te darás cuenta de que estamos hablando de una tormenta muy fuerte llamada «Nordeste». Aunque la tormenta Nordeste de nuestro versículo tenía vientos con fuerza de huracán, este tipo de tormenta es diferente a un huracán.
Los huracanes se forman en aguas cálidas y la Nordeste viene de aguas frías. Pero algo sí tienen en común: ambas son muy fuertes y pueden causar mucho daño. La tormenta Nordeste del versículo de hoy era tan fuerte que destruyó el barco en el que viajaba Pablo. Él viajaba en ese barco como prisionero, y a pesar de ello, oró para que Dios protegiera a la tripulación. Finalmente todos se salvaron. 
Pablo seguramente ya había perdonado a los hombres que lo llevaban prisionero. Solo Dios pudo ayudarlo a hacer eso. Él no merecía estar encadenado, pues lo único que estaba haciendo era predicando las buenas nuevas de Jesús.
¿Necesitas perdonar hoy a alguien? Pídele a Dios que te ayude a hacerlo. Su perdón es más fuerte que un huracán.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

¿DÓNDE ESTÁN TUS RAÍCES?


No te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. (Romanos 11:18).

Al observar las bellezas que abundan en la naturaleza me viene a la mente el paralelismo utilizado por el salmista para referirse a los devotos hijos de Dios: «Será como árbol plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae y todo lo que hace prosperará» (Sal. 1:3).
Recuerda que una de las partes más importantes de un árbol son las raíces, porque por medio de ellas se mantiene firme ante las inclemencias del tiempo. Además que le permiten sustentarse obteniendo su alimento del suelo. Cuanto más profundas sean sus raíces, más firme estará; cuanto más cerca esté de una fuente de agua, más verde y más fuerte será. Aunque los vientos soplen con fuerza, nada lo moverá ni lo derribará.
Apreciada amiga, ¿has pensado alguna vez en las características de un hermoso árbol? ¿De un árbol frondoso que florece y da mucho fruto, representando una bendición para quienes pueden descansar bajo su sombra?
Sin embargo, es triste reconocer que algunos árboles van perdiendo su verdor: se marchitan, se secan y mueren, dejando un panorama de tristeza y desolación. ¿Por qué crees que les sucede eso? Probablemente porque no están recibiendo ni el alimento, ni el agua que necesitan para subsistir.
Hay muchas mujeres que se parecen a esos árboles: se ven hermosas porque tienen de todo, pero sus raíces no son profundas, no están en Cristo Jesús. Descuidan obtener el alimento necesario para que permanezcan su fragancia y su belleza espiritual. Sencillamente se secarán.
Querida amiga, ¡cuidado con los fuertes vientos que representan los problemas, las tentaciones y las seducciones del enemigo! No podremos permanecer firmes si nuestra vida no está arraigada en la roca viva que es Cristo Jesús. Cada mañana, busca tu alimento espiritual en las profundidades de la Palabra de Dios y la oración sincera.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Yolanda Fernández de Gómez

¿CÓMO RESISTIR?


Vivan de manera digna del Señor; agradándole en todo. Colosenses 1:10, NVI.

¿Te has preguntado por qué tus amigos en ocasiones ejercen tanta influencia sobre ti? En el fondo es porque, al igual que otros jóvenes, no deseas ser rechazado. La experiencia de Randy, según cuenta Josh McDowell, es un claro ejemplo de la presión que todo adolescente se ve obligado a enfrentar casi a diario.
Randy se acababa de mudar a un nuevo vecindario. Como ocurre en estos casos, por un tiempo se encontró sin amigos. Desesperado por «encajar» en el grupo comenzó por aceptar un cigarrillo, aunque él no fumaba. Mientras conversaba con los muchachos, dejaba que el cigarrillo se consumiera entre sus dedos, simulando fumar.
Cuando sus amigos se enteraron de que en las tardes Randy se quedaba solo en su casa, lo convencieron para que les permitiera reunirse allí, aunque él sabía que sus padres se lo habían prohibido. Un día uno de sus amigos llevó una caja de cervezas y Randy permitió que bebieran y fumaran en su casa.
La gota que rebosó el vaso se produjo cuando Randy fue arrestado por robar mercancía de una tienda. Sus amigos le dijeron que si no se atrevía, lo considerarían un cobarde, y él les quiso demostrar que no lo era. Cuando fue arrestado por el personal de seguridad de la tienda, sus «amigos» huyeron y lo dejaron solo con su problema (Handbook on Counseling Youth [Manual de consejería para jóvenes], p. 146).
¿Qué hacer, entonces, para resistir el poder del grupo? En su libro Stand up (Mantente firme), el escritor Bill Sanders hace varias sugerencias:

  1. Define cómo te percibes a ti mismo. ¿Te consideras un ser valioso, creado a la semejanza de Dios, o un títere de los demás?
  2. Escoge bien tus amistades.
  3. Formúlate algunas preguntas importantes. Por ejemplo: ¿Me sentiré bien conmigo mismo después de hacer esto? ¿Haría esto si mis padres estuvieran aquí? ¿Me gustaría que este hecho apareciera en el periódico? ¿Tendré un mejor futuro si lo hago?

Sanders afirma que si cualquiera de las respuestas a estas últimas preguntas es no, entonces la actividad propuesta por el grupo no es buena. Más importante aún, no son amigos quienes te presionan a hacer lo malo. Los verdaderos amigos le ayudan a ser mejor persona, no peor.
Señor, capacítame para hacer lo que te agrada a ti, no a los demás.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

VEN CONMIGO A CASA, JESÚS


«Ojalá siempre tuvieran tal corazón, que me temieran y guardaran todos los días todos  mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuera bien para siempre!» (Deuteronomio 5: 29).

Zaqueo era un judío que recaudaba impuestos para el gobierno romano. Sus propios paisanos lo odiaban porque se había enriquecido con los impuestos que les cobraba de manera fraudulenta.
Cierto día, Zaqueo, sabiendo que Jesús pasaría por Jericó, su ciudad, quiso ver qué aspecto tenía. Su corta estatura no le permitía ver por encima de las cabezas de los que lo rodeaban. Aunque debió sentir vergüenza, trepó a un árbol para poder tener buena visión de lo que sucedía. Con todo, imagine cómo debió sentirse cuando Jesús, deteniéndose debajo del árbol, dijo: «Zaqueo, baja que quiero ir a tu casa». En aquel mismo lugar y preciso instante el odiado publicano le entregó su corazón.
Inmediatamente, Zaqueo anunció que repararía el daño que había causado a quienes había ofendido.  Entonces nadie podría decir: «Aunque ese individuo parezca una buena persona jamás olvidaré el día en que me estafó». Jesús dijo que, aquel mismo día, la salvación había entrado en casa de Zaqueo.
La salvación es inmediata. Por las palabras de Jesús sabemos que basta un instante para que la salvación entre en el corazón de una persona. Por más que la santificación sea obra de toda una vida, la salvación se declara en un instante. En un instante el alma puede pasar de la más absoluta oscuridad a la luz. Al principio, la luz no es tan intensa como al mediodía. ¿Quién de nosotros puede decir que hemos llegado a ese punto? Sin embargo, en el momento en que nos alejamos del pecado y miramos a Jesús, la luz empieza a alcanzar todos los rincones.
La salvación es visible. Jesús la vio en Zaqueo y este la vio en sí mismo. Aquel día, todos los que estaban alrededor del árbol vieron el cambio que se había operado en él. Nadie puede ser salvo sin que todo el mundo vea el cambio que se produce en su interior.
Usted y yo no tenemos que subir a un árbol para ver a Jesús. Podemos verlo cada día en su Palabra.
Jesús, gracias por aceptar vivir en mi corazón. No quiero solamente que te quedes en mi corazón, sino que vivas en casa, conmigo. Quiero que la salvación venga a mi casa y a mi familia.  Basado en Lucas 19:1-10.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

martes, 30 de octubre de 2012

¡MMM DELICIOSO!


«Después comió y recobró las fuerzas, y se quedó algunos días con los creyentes que vivían en Damasco» (Hechos 9:19).

Hablemos un poco sobre la comida ideal para ir de excursión. ¿Qué comida llevarías en tu mochila para una caminata? ¿Tal vez sopas instantáneas, o frutas secas, o barras energizantes? ¿Qué? ¿No te suena muy bien? ¿Cuál es tu comida favorita? ¿Pasta? ¿Palomitas de maíz? ¿Frutillas frescas? Sea cual fuere, me imagino que te sientes feliz tras comerlas. Te dan fuerzas, ¿verdad?
El versículo de hoy nos habla de Saulo, quien más tarde se convirtió en Pablo. Él estaba débil debido a su encuentro con Dios. De hecho, cuando esto ocurrió él iba a matar a algunos cristianos. Su encuentro con Dios prácticamente le quitó las fuerzas. Sin embargo, después de otros encuentros con Dios, descansar y alimentarse bien, recuperó sus energías y ahora era un hombre renovado.
La comida nos da las vitaminas, minerales y otros nutrientes que necesitamos para que nuestro cuerpo funcione correctamente. Y permanecer cerca de Dios te da todo lo que necesitas para ser un cristiano fuerte y saludable espiritualmente. Así que no olvides hoy obtener tu alimento espiritual de la Palabra de Dios y hacerte fuerte en él.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

CREADAS CON UN PROPÓSITO


El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová. (Proverbios 18:22).

La biblia nos dice que «por su palabra fueron hechas todas las cosas». El mismo Dios quedó complacido ante sus obras, ya que cada una de ellas fue hecha perfecta en su género.
El hombre y la mujer representan una obra única, creados «a imagen de Dios, un poquito menor que los ángeles». El hombre fue formado del polvo de la tierra y la mujer de la costilla del hombre, con un propósito y con una finalidad. Es hermoso saber que fuimos creados para algo; cada uno con su potencial y sus habilidades, aunque también con limitaciones.
Adán enfrentó una primera crisis de identidad cuando, al poner nombre a todos los animales, se encontró solo. No había ayuda idónea para él. En un acto de amor, Dios hizo caer sueño sobre Adán. Luego le extrajo una costilla e hizo a la mujer, y se la trajo como compañera. Alguien que podría identificarse en todo con él.
Desde el punto de vista del sabio Salomón la mujer inteligente es ejemplar (Prov. 31:10-31). Sin embargo, el sabio pregunta: «¿Quién la hallará?». ¿Acaso es que no es posible? Él mismo responde: «El que encuentra esposa encuentra el bien y alcanza la benevolencia de Jehová» (Prov. 18: 22). Luego añade: «La casa y las riquezas, herencia son de los padres, pero de Jehová es la mujer prudente» (Prov. 19: 14). Los tiempos han cambiado, es cierto, pero el papel de la mujer como ayuda idónea para el desem¬peño de los pueblos sigue siendo el mismo.
La historia registra que desde épocas pasadas el papel de la mujer ha tenido grandes y pequeños momentos. Mana, Débora, Esther, Ruth y muchas otras supieron asumir su identidad y sus responsabilidades. Es por eso que hoy la mujer debe ser considerada en virtud de sus oportunidades, así como una fiel e inteligente compañera. Debemos responder a las inquietantes expectativas del mundo en que nos toca vivir, reconociendo que el papel de la mujer es de vital importancia para el desarrollo de las presentes y futuras generaciones.
Tú y yo debemos ocupar nuestro lugar para cumplir el propósito divino; el propósito para el cual hemos sido creadas.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Coraduma Escobar de Villareal

«¿YO, UN FRACASO?»


Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad. 2 Corintios 12:9, NVI

¿Te has sentido alguna vez como un fracasado? ¿O que el aporte que haces al bienestar de tu familia, tu colegio o tu iglesia es nulo? Todos hemos estado ahí. Y la sensación no es nada agradable. Pero hay un conocido relato que nos puede ayudar.
Se cuenta de un sembrador que cada mañana acostumbraba a buscar agua de un río. Con él llevaba dos baldes. Uno nuevo, sin defectos. El otro, viejo y lleno de huecos. El balde nuevo permitía que el sembrador llevara a su casa toda la cantidad de agua que recogía. El viejo, en cambio, derramaba la mitad del contenido a lo largo del camino. Por supuesto, el nuevo sentía que era útil. El viejo se sentía fracasado.
Un día, la autoestima del balde horadado alcanzó su punto más bajo.
—Mi vida es un fracaso — dijo al sembrador — . Le pido disculpas por no hacer bien mi trabajo.
—¿Por qué me pides disculpas? — preguntó asombrado el sembrador.
—¿No se ha dado usted cuenta? Cuando regresamos del río derramo la mitad del agua en el trayecto a casa.
En ese momento, el sembrador, sonriendo gentilmente, llevó al atribulado balde al río. De regreso, mientras recorrían la ruta acostumbrada, el hombre le pidió que observara con atención las hermosas flores del camino.
—¿Te das cuenta de que solo hay flores de este lado del camino? — preguntó el sembrador.
—Pues, sí. ¿Pero qué hay de especial en ello?
—Lo especial es que han crecido gracias al agua que tú derramas cada mañana.
Todo este tiempo yo he sabido de tus huecos. Por eso sembré semillas de distintas flores solamente de este lado del camino.
Al compararte con tus amigos, ¿desearías poseer algunas de sus virtudes? ¿A veces sientes que los envidias? Escucha bien: Dios no se equivocó al crearte. Él es muy sabio como para malgastar su tiempo creando algo inservible. Aun tus aparentes «defectos», en manos de Dios, pueden lograr maravillas. Por lo tanto, colócate en sus manos y pídele que haga de ti un instrumento útil, listo para lo que venga, capaz de cumplir cabalmente su misión en esta vida. A fin de cuentas, ¿no dice Dios que su poder se perfecciona en la debilidad?

Señor, usa hoy mis virtudes y también mis defectos, de un modo que glorifiquen tu nombre.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

UN HOSPITAL PARA PECADORES


«Id pues y aprended lo que significa: "Misericordia quiero y no sacrificios", porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento». (Mateo 9:13).

Probablemente usted haya escuchado la expresión: «La iglesia no es una casa de reposo para santos, sino un hospital para pecadores». Durante años, yo no entendía lo que eso significaba. Entendía, sí, que la iglesia no es una casa de reposo. Los que queremos ser santos no tenemos que pensar en la iglesia como en un lugar al que ir, sentarse en una mecedora y dejar que los demás se ocupen de uno. Nunca tenemos que abandonar el servicio cristiano. Pero no tenía claro por qué la iglesia es un hospital para pecadores. Pensaba que significaba que si alguien quiere pecar tiene que ir a la iglesia.
Pero no se trata de eso. Quien está enfermo va al hospital para que lo cuiden y lo curen mientras está ingresado y luego vuelve a hacer vida normal. La gente no se retira a descansar en los hospitales. Un hospital no es una residencia. Todos somos pecadores y la iglesia es donde vamos a curarnos por la gracia de Jesús.
Si bien la iglesia no es una casa de reposo para santos, tampoco es un asilo para pecadores. Una de las funciones de los asilos es acoger a enfermos terminales para que pasen sus últimos días. Pero la iglesia no es un lugar donde los pecadores vienen a quedarse tal como están hasta que mueren. El evangelio de Jesús no nos salva con nuestros pecados, o a pesar de nuestros pecados, sino de nuestros pecados.  (Mat. 1:21).
Cuando nos convencemos de pecado, nos damos cuenta de que no podemos continuar tal como estamos. También sabemos que Dios no excusa nuestros pecados como si no pasara nada. Dios sería débil o injusto si permitiera que persistamos en nuestros pecados. Que, al perdonar nuestros pecados, Dios nos dé una vida nueva y santa es algo magnífico. El apóstol Pablo escribió: «¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera! Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?» (Rom. 6:1-2).
Al fin y al cabo, tanto los que se pierden como los salvados tienen algo en común: todos son pecadores.  La diferencia fundamental será que los salvados querían salir del pecado y Jesús los salvó. Los perdidos disfrutaban con el pecado y rechazaron la cura que, misericordiosamente, les ofreció Jesús. Basado en Lucas 19:1-10.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

lunes, 29 de octubre de 2012

LA TIERRA PROMETIDA


«Y él contestó: "Hermanos y padres, escúchenme: Nuestro glorioso Dios se mostró a nuestro antepasado Abraham cuando estaba en Mesopotamia, antes que se fuera a vivir a Harán"» (Hechos 7:2).

¿Recuerdas a Abraham? Él es el personaje bíblico a quien Dios le pidió que sacrificara a su hijo Isaac. Esa debe de haber sido una difícil decisión para él. Me alegra mucho saber que Dios no quería realmente que Abraham hiciera eso.
Dios le pidió a Abraham que hiciera muchas cosas difíciles. Nuestro versículo de hoy dice que Abraham vivió una vez en Mesopotamia, y que Dios le pidió que se fuera de allí. Eso no debe de haber sido nada fácil para él. Mesopotamia era una bella tierra situada entre dos ríos. Estos ríos se desbordaban y enriquecían el terreno para el cultivo. Dios le pidió a Abraham que abandonara ese hermoso lugar y que cruzara el desierto. Y Dios lo bendijo por su obediencia llevándolo a la Tierra Prometida, un lugar de abundancia que Dios le había prometido a su pueblo.
Dios también quiere bendecirte a ti. Yo no sé cómo, pero lo hará. Las cosas no siempre van a ser fáciles, tal vez tendrás que atravesar un desierto, pero de algo sí estoy seguro: si confías en Dios, él te llevará un día a la Tierra Prometida, un lugar conocido como el cielo.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

DIOS ENJUGARÁ TODA LÁGRIMA


Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. (Apocalipsis 21:4)

Dos años después de graduarme de la secundaria conocí a Roberto. Después de haber regresado a California decidí que no iba a casarme con un «gringo»; sin embargo, cuando mis ojos se cruzaron con aquella mirada tierna y profunda, me pareció que había encontrado a mi alma gemela. Todo aquello fue despertando en mí un cariño que me aprisionó con lazos de amor.
Nunca pensé que nuestras vidas pudieran unirse. Fue rápida la decisión de Roberto de entregar su vida al Señor. Un año después nos casamos. Fue el comienzo de veinticinco años de felicidad. Nunca hubo una queja en sus labios ni una crítica en contra de nadie. Mi esposo luchó contra una enfermedad llamada esclerosis múltiple y a pesar de que su salud se encontraba en deterioro, nuestro amor iba aumentando.
Mediante su apoyo conseguí sanar algunas heridas emocionales y cursar otros estudios. Roberto fue mi tutor en biofísica y en química, ya que era ingeniero con una especialidad en aeronáutica. Gracias a él entendí el amor de Cristo por su iglesia. Roberto me amó y fortaleció mi autoestima al proveerme un entorno de seguridad. Era un roble, aunque de espíritu dulce y fiel. Su vida fue un ejemplo del amor de Dios. Llegamos a ser verdaderamente uno, sin perder nuestra individualidad.
Ahora él descansa, tras haber dejado un vacío enorme en mi vida. Sin embargo, Cristo pudo llenarlo al darme un hijo, y a otras personas amadas que le dan sentido a mi existencia. Volví a encontrar al Cristo de mi juventud. Ahora dependo totalmente de él; en la cima del monte o en los momentos difíciles, me aferró a sus palabras.
Haz hoy tuyas sus promesas. Recuerda que: «Cualquiera que sea nuestra perplejidad, nuestro pesar, luto, o soledad, tenemos un Amigo que simpatiza con nosotros [...]. Nadie tiene por qué entregarse al desaliento ni a la desesperación» (El ministerio de curación, p. 192).
Permite que ese amigo te abrace y te fortalezca. Únicamente Jesús puede devolvernos el gozo, y ayudarnos a resistir la melancolía. Recuerda que un día no habrá más lágrimas, ni muerte ni dolor.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Eva Pérez Davis

LA FACTURA LLEGA TARDE O TEMPRANO


Algún día les llegará el castigo por ese pecado. Números 32:23.

Alejandra no tenía suficiente dinero para comprar ese costoso gato que le habían ofrecido, pero acostumbrada como estaba a salirse con la suya, ideó un plan. Falsificaría un cheque de su padre y compraría el animal. Y así lo hizo.
El problema fue que el plan no funcionó. Su padre se da cuenta de que le falta un cheque, descubre que ella lo ha robado y la amenaza para que le devuelva su dinero. Desesperada, Alejandra contacta al joven a quien le compró el gato y le pide que se encuentren en un lugar conocido. El joven va acompañado de un amigo. Ya reunidos, le pide anular el negocio. Cuando el muchacho se niega, Alejandra saca una pistola y le dispara a quemarropa. Después le dispara también al amigo. Lo que comenzó como una pequeña travesura, terminó con la muerte de dos jóvenes y con una muchacha de apenas 19 años recluida en la cárcel por homicidio intencional calificado.
¿Cuándo comenzó «el infierno» de Alejandra? Cada vez que hacía algo malo, y creía salirse con la suya, estaba aumentando su deuda con el pecado. ¡Y el pecado finalmente le pasó la factura!
El que roba una vez sin ser descubierto, cree haberse salido con la suya. Y así piensa el que comete fraude en sus informes o en sus exámenes, mientras no es descubierto. O quien dice mentira tras mentira sin aparentes consecuencias negativas. Por un tiempo todo parece funcionar bien, pero tarde o temprano, el pecado pasa la factura. ¿Por qué es así?
En primer lugar, porque las acciones repetidas forman hábitos, y los hábitos forman el carácter. El psicólogo William James explica: «Hasta la más pequeña virtud o vicio deja una huella permanente. [...]. Desde el punto de vista estrictamente científico, nada de los que hacemos se borra (citado por Sergio V. Collins en La personalidad triunfadora del joven moderno, p. 48).
En segundo término, porque lo bueno o lo malo que pensamos o hacemos prepara el camino para pensamientos y acciones similares.
¿Cómo evitar que el pecado nos pase la factura? Elena G. de White responde: «Estamos seguros solo al seguir por donde Cristo nos dirige. Si no hemos de cometer pecado, hemos de evitarlo desde sus comienzos» (Mente, Carácter y personalidad, t. 1, p. 333, el destacado es nuestro).
Dios mío, que tu Santo Espíritu me ayude a rechazar el mal desde el primer momento.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

EL GOBERNANTE ACONGOJADO


Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. (Mateo 19:29).

El joven rico había estado observando cómo Jesús bendecía a los niños y su corazón fue tocado. Tenía una elevada opinión de sí mismo; sin embargo, sentía que algo le faltaba. A lo mejor, si Jesús ponía también sus manos sobre él y lo bendecía... Arrodillado a sus pies, le planteó la gran pregunta que tendría que preocuparnos a todos y cada uno de nosotros: «¿Qué me falta para ganar el cielo?». Le hizo la pregunta a la persona correcta. Solo hay una manera de llegar al cielo y es a través de Cristo.
Jesús le dijo al joven que, si quería la vida eterna, era necesaria la obediencia a los mandamientos de Dios; a lo cual, el dignatario le respondió que eso ya lo hacía desde su niñez. Si el dignatario hubiese entendido el alcance y la naturaleza espiritual de la ley y las obras de su corazón, habría dicho: «Todo eso lo he quebrantado desde mi juventud con el pensamiento, con las palabras y con los actos».
Si el dignatario hubiera amado de verdad a lo habría abandonado todo y lo habría seguido, costase lo que costase. Si realmente hubiera amado a sus hermanos, habría distribuido sus riquezas entre los pobres. Si hubiera abandonado el mundo realmente, no habría dudado en vender sus posesiones. Si realmente hubiera querido ir al cielo, no habría buscado otra cosa que hacerse un tesoro en él.
Hay mucha buena gente a la que un solo pecado le impedirá acceder a la salvación. Muchos que jamás dejarían a Jesús, de hecho, ya lo están dejando. Después de largo tiempo debatiéndose entre sus convicciones y sus corrupciones, estas últimas acaban por ganar la batalla. Los entristece sobremanera no poder servir a la vez a Dios y al dinero. En el camino al cielo, las riquezas son para muchos un gran obstáculo. Si el dignatario no hubiese sido tan rico, lo habría dejado todo y habría seguido a Cristo.
Quienes han renunciado a una herencia y a la familia por causa del reino de Dios gozarán del consuelo del Espíritu Santo, del placer de la comunión con Dios y una conciencia tranquila; ventajas que pagan con creces la pérdida. Sin embargo, eso no es todo; en el mundo venidero recibirán la vida eterna. Basado en Lucas 18:18-23.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

domingo, 28 de octubre de 2012

SUEÑO CONTIGO


«Sucederá que en los últimos días, dice Dios, derramaré mi Espíritu sobre toda la humanidad; los hijos e hijas de ustedes comunicarán mensajes proféticos, los jóvenes tendrán visiones los viejos tendrán sueños» (Hechos 2:17).

¡Ahhh! No hay nada mejor después de una excursión al aire libre que meterse en la bolsa de dormir y descansar.  A mí me encanta. ¿No crees que buscar un buen lugar para dormir es lo máximo cuando uno está muy cansado? Una de las cosas más extrañas que hacemos mientras dormimos es soñar.  Podemos tener sueños buenos, malos, felices y tristes.
En los tiempos bíblicos Dios usaba los sueños para hablarle a su pueblo del futuro. A través de un sueño él le comunicó a José que una terrible hambruna vendría. A Daniel le dijo lo que le ocurriría al rey Nabucodonosor, y a Pedro que debía predicarle a todo el mundo y no solo a los judíos.
Al parecer Dios no usa mucho ese método hoy en día, pero sigue comunicándose a través de su Palabra. Ella también nos habla del futuro y nos dice que Jesús está a punto de regresar.  Nos dice cómo debemos estar preparados.
Lee hoy su Palabra y sueña con ese día glorioso en que él regrese a llevarte al hogar celestial.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

DIOS PROVEERÁ


Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos. (Génesis 22:8).

Un monte mencionado en la Biblia está relacionado con la fe de un padre en las promesas, en el amor y en la misericordia de Dios. Un día Abraham escuchó un mandato divino: «Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas [...] y ofrécelo allí en holocausto» (Gen. 22:2). ¿Te imaginas la noche de insomnio y de angustia que pasó Abraham? ¡Su hijo, su único hijo, tendría que morir porque Dios así lo ordenaba! La historia nos muestra la forma en que Abraham confió y cómo Dios proveyó un cordero que moriría en lugar de su amado hijo.
Pensemos en el trayecto hacia el monte Moria. ¿Qué pudo haber estado pensando Abraham mientras Isaac caminaba dócilmente hacia el lugar donde le esperaba la muerte? ¿Qué pensaría aquel padre al contemplar a su joven hijo, a aquel que representaba el cumplimiento de una promesa? Un hijo que había sido dedicado a Dios y que ahora iba camino de la muerte.
Abraham estaba obedeciendo un mandato de Dios. Tal vez pasó la noche orando con la esperanza de recibir una contraorden por parte de Dios. Por otro lado, Isaac caminaba silenciosamente a su lado, preguntándose dónde estaría la víctima para el sacrificio. Finalmente dijo: «Padre mío, ¿dónde está el cordero para el holocausto?». Al responder a la pregunta de Isaac, Abraham se estaba contestando a sí mismo: «¡Dios proveerá!». Abraham sabía que Dios no podía dejarlo solo en aquel angustioso momento. Como madres quizá estemos llorando y orando mientras nos dirigimos a nuestro Monte Moria particular. Quizá nuestro hijo o nuestra hija estén transitando por un sendero que conduce a la muerte, y como Abraham sufrimos intensamente. Pensamos, muy dentro de nosotras, que Dios proveerá.
Si eres madre, si ruegas por un hijo o por una hija, ten confianza en Dios y no dejes de orar. El Espíritu Santo obrará para su salvación y para que acepte la muerte expiatoria del Cordero de Dios.
Si te encuentras ascendiendo al Monte Moria, recuerda que Dios puede proveer una salida, un milagro. Abraham no sabía cuál iba a ser la solución, pero creyó y Dios actuó.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Dina Presentía escribe desde México

LO QUE PUDO HABER SIDO


Dios mío, tú me has enseñado desde mi juventud, y aún sigo anunciando tus grandes obras. Salmo 71:17

Veamos si adivinas los nombres de estos dos personajes bíblicos. Los dos fueron elegidos por Dios desde su juventud para ser líderes en Israel. 
Ambos vencieron a los filisteos, y llegaron a ser muy queridos por el pueblo. Los dos cometieron graves errores, pero uno murió con honores; el otro, en servidumbre. ¿De quiénes estoy hablando?
De David y Sansón. ¿Dónde estuvo la diferencia?  Jueces 16:19, 20 nos presenta a Sansón mientras duerme con la cabeza recostada en las piernas de Dalila, «la consumidora».  Esa serpiente venenosa hace que un cómplice le corte a Sansón siete mechones de pelo, y luego grita: «¡Sansón, te atacan los filisteos!». Cuando despierta, ¿qué es lo primero que dice Sansón? «Esta vez saldré como las otras, y escaparé» (vers. 20, NRV2000). Pero no escapó, porque «el Señor lo había abandonado» (vers. 20).
Por otra parte, 1 Samuel 17:37 nos presenta a David mientras se ofrece como voluntario para enfrentar a Goliat. ¿Y qué argumentos usa para vencer al campeón de los filisteos? «El Señor... me librará de las manos de este filisteo».
Sansón depende de sus fuerzas para «salirse con la suya»; David se apoya en Dios para enfrentar sus desafíos. Sansón no busca la dirección divina para cumplir su misión. En cambio, David con frecuencia ora: «Oh Señor, enséñame tu camino, para que yo lo siga fielmente» (Sal. 86:11). Las únicas oraciones que se conocen de Sansón fueron, una, para no morir de sed (Juec. 15:18); la otra, cuando pidió fuerzas a Dios para derribar las columnas del templo (16:28).
De David dice el apóstol Pablo que «sirvió a los de su tiempo, según Dios se lo había ordenado» (Hech. 13:36). Sansón terminó como el hazmerreír de sus enemigos y solo pudo cumplir su misión «en la derrota, la servidumbre y la muerte» (Patriarcas y profetas, p. 550).
¿Te imaginas lo que Sansón pudo haber logrado si, al igual que David, hubiera orado: «Señor, enséñame tu camino, para que yo lo siga fielmente»? ¿Qué tal si tú, ahora mismo, le pides a Dios que te muestre el camino que debes seguir, y te dé poder de lo alto para cumplir fielmente tu misión en la vida?

Señor, quiero que mi vida glorifique tu nombre. Lléname de tu Espíritu para lograrlo comenzando hoy.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

¿AMARGO O DULCE?


«El que piensa estar firme, mire que no caiga»1 Corintios 10:12.

Dos adoradores están de pie: un fariseo y un publicano. Ambos saben de la presencia del otro, por lo que el fariseo se pavonea. Se pone en pie y ora para sí. Aunque el fariseo se dirige a Dios, la suya no podría llamarse oración. Es un inventario de todas sus supuestas buenas obras. Está totalmente centrado en sí mismo, no contempla nada que no sea su yo y su propia alabanza, no la gloria de Dios.
Dice muchas cosas buenas de sí mismo que, suponemos, pueden ser ciertas. No es un ladrón, ni injusto o adúltero; tampoco es como ese miserable publicano que se ha quedado en una esquina. Ayuna dos veces por semana y da el diezmo de todo lo que tiene. ¿Qué más podría querer el Señor de él? Cuando termina su recital, se envuelve con su manto para protegerse de la turba y cruza majestuosamente la multitud. Es como una de esas mandarinas: de aspecto agradable, pero de interior amargo y repulsivo.
El publicano, en cambio, se mantiene a distancia, consciente de su indignidad para acercarse a Dios. Expresa su arrepentimiento y su humildad. 
Apenas osa levantar los ojos del cielo y no se atreve a levantar las manos, como seria habitual en la oración.  En su lugar, se golpea el pecho y dice: «Dios, sé propicio a mí, pecador».
Jesús dijo: «Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro». Jesús sabe qué mandarina es la dulce.
«El fariseo y el publicano representan las dos grandes clases en que se dividen los que adoran a Dios. Sus dos primeros representantes son los dos primeros niños que nacieron en el mundo. Caín se creía justo y solo presentó a Dios una ofrenda de agradecimiento. No hizo ninguna confesión de pecado y no reconoció ninguna necesidad de misericordia. Abel, en cambio, se presentó con la sangre que simbolizaba al Cordero de Dios. Lo hizo en calidad de pecador, confesando que estaba perdido; su única esperanza era el amor inmerecido de Dios. [...] La sensación de la necesidad, el reconocimiento de nuestra pobreza y pecado, es la primera condición para que Dios nos acepte» (Palabras de vida del gran Maestro, cap. 13, pp. 117,118).
Señor, haz de mí una dulce bendición para los demás.  Basado en Lucas 18:9-14.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

sábado, 27 de octubre de 2012

NO PUEDO VER


«Dicho esto, mientras ellos lo estaban mirando, Jesús fue levantado, y una nube lo envolvió y no lo volvieron a ver» (Hechos 1:9).

Recuerdo una vez que andaba de excursión por las montañas Adirondack en el estado de Nueva York, en Estados Unidos. Era un día frío y húmedo, y mis amigos Dave.  Debbie y yo ya estábamos cansados, pero faltaba poco para llegar a la cima de la montaña que estábamos subiendo. Finalmente llegamos a la cima, y nos quedamos boquiabiertos con la vista que podía disfrutarse desde allí. Entre la montaña en la que estábamos y la siguiente montaña había un estrecho valle, y en medio de este una angosta línea de nubes. ¡Estábamos más arriba de las nubes!
De repente, escuchamos un estruendo a la distancia y cuando levantamos la mirada, vimos dos aviones de combate de la Fuerza Aérea que venían directos hacia nosotros. En cuestión de segundos se lanzaron en picada, volaron hacia las nubes y se perdieron en la distancia. ¡Fue muy emocionante!
Hubo un instante en que los aviones se metieron entre las nubes y no pudimos verlos. A pesar de que las nubes están hechas de agua, estas lograron esconderlos de nuestra vista. El pecado puede ser así.
Puede lucir divertido, pero esconde a Jesús de nuestra vista. No permitas que las «nubes» del pecado te impidan ver a Jesús. Mantente en cielos despejados y fija tu mirada en él.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

LLENO DE AMOR Y GRATITUD


Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.  (Efesios 5:20).

Algunas personas tienen la tendencia a quejarse y a lamentarse por la más mínima cosa que les sucede o les falta. Si llueve, les molesta; lo mismo si el sol calienta demasiado, o si acaso hay mucha brisa; o tal vez porque el aire no corre.
El espíritu de gratitud es un don que debemos solicitar al cielo. Algo maravilloso es levantarnos en la mañana y ver, oír, oler, tocar, gustar y palparlo todo a nuestro alrededor. ¡Cuánta alegría y satisfacción debería causarnos escuchar el trino de los pájaros, así como la oportunidad de entonar alabanzas al nombre de nuestro Dios!
Motivo de gozo es también la oportunidad de darles un abrazo a tus hijos, a tu esposo, a tus padres, en caso de que los tengas. Igualmente lo será brindarle una sonrisa a quien encuentres en el camino.
¡Es maravilloso tener los brazos abiertos, 
cuando hay tantos mutilados.
Ver la luz del sol, cuando hay tantos no videntes.
Cantar alabanzas cuando hay miles que son mudos.
Gracias por mis manos trabajadas,
cuando hay tantas que mendigan.
Es maravilloso volver a casa, y tantos hay
que no tienen dónde ir.
Gracias, Señor, por el don de sonreír, de soñar,
cuando hay tantos que lloran.
Es maravilloso tener un Dios en quien creer,
cuando hay tantos que no tienen consuelo ni fe.
Señor, tan poco es lo que nos falta,
¡y tanto por lo que tenemos que agradecerte!
Por lo anterior, y por muchas otras razones, agradece al Dios Todopoderoso sus bondades, ¡incluso da gracias por la adversidad!
Mira a tu alrededor y verás que eres muy privilegiada al tener en abundancia lo que a muchas otras personas les falta. Dejarás de compadecerte cuando entiendas que todo lo debes al Creador del Universo, a nuestro Padre celestial.
Señor, quiero agradecerte esta mañana por la vida. Gracias por mi familia, por los talentos que poseo, porque me has adoptado como hija. Ayúdame a tener un corazón lleno de gratitud hacia ti.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Griselda Chagoya de Urbano

«SOBRE TI FIJARÉ MIS OJOS»


El Señor cuida siempre de quienes lo honran y confían en su amor. Salmo 33:18.

Hace ya algunos años tuve un programa de radio llamado «Punto de referencia». Su lema era: «Nunca llegarás a tu destino si no sabes adónde vas». Muy cierto. ¿Cómo puedo decir «¡Llegué!» si no sé cuál es la meta?
La importancia de saber hacia dónde nos dirigimos la ilustra muy bien Lewis Carroll en Alicia en el país de las maravillas. En un momento del relato, Alicia llega a una encrucijada e, insegura sobre qué dirección tomar, le pregunta al gato:
—¿Por dónde debo ir?
—¿Hacia dónde vas? —inquiere, a su vez, el gato.
—No lo sé —responde Alicia.
—Entonces cualquier camino que tomes te llevará.
Durante mis años juveniles tuve dificultades para definir «el camino» profesional que debía seguir. Un día, mientras cursaba estudios secundarios, decidí escribir para el periódico escolar. El artículo gustó. Y a mí me entusiasmó la idea de seguir escribiendo. Al poco tiempo, los directivos de la institución me pidieron que fuera el director del periódico. Recuerdo que se llamaba Impacto. Acepté y, sin lugar a dudas, allí descubrí mi «gusto» por las letras.
No sé si te interesa saberlo, pero te cuento que estudié Periodismo y me gradué de comunicador social. Alrededor de ese tiempo acepté a Cristo como mi Salvador y decidí que no sería un simple «comunicador social», sino un comunicador del evangelio. Durante varios años serví como pastor de iglesia, pero ahora me dedico de lleno a predicar el nombre de Jesús por medio de las publicaciones.
¿Por qué te cuento todo esto? Porque creo firmemente que Dios, fiel a su promesa, me ha guiado durante todos estos años. Tal como dice nuestro texto de hoy, sus ojos han estado sobre mí.
Y tú, ¿ya sabes hacia dónde vas? Nunca llegarás, a menos que lo sepas. Te propongo que le pidas a Dios que te revele qué plan tiene para ti. Él lo hará con gusto. Y lo que es mejor, no solo te mostrará el camino, sino que también sus ojos estarán sobre ti durante todo el trayecto.
Muéstrame, Señor, el camino que debo seguir, y fija sobre mí tus ojos.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

¿ORGULLOSO O HUMILDE?


«Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte a su debido tiempo» (1 Pedro 5:6).

Cuando mi esposa y yo damos un paseo por el vecindario, pasamos junto a un mandarinero. Las mandarinas tienen un aspecto muy tentador: son redondas, de color naranja brillante y abundantes. En varias ocasiones he alargado la mano y he tomado una mandarina con la esperanza de que fuera dulce y jugosa. Sin embargo, cada vez la recompensa es un sabor amargo y ácido. El árbol, que obviamente es viejo, ha vuelto al estado silvestre y sus frutos son incomestibles. Más de una vez he caído en la tentación de tomar una mandarina; pero, indefectiblemente, acabo arrojándola con desagrado. Las cosas no siempre son lo que parecen.
Tenga en cuenta la historia que Jesús contó de los dos adoradores: un fariseo y un publicano. Los fariseos pertenecían a una secta estricta del judaísmo y los publícanos eran recaudadores de impuestos menospreciados por todos, judíos que cooperaban con los romanos para obtener un beneficio personal. A simple vista, nos encontramos ante el principio de una historia de un hombre bueno contra otro malo, de un justo contra un pecador. ¿Pero quién es quién? Recuerde, las cosas no siempre son lo que parecen.
Jesús dijo que ambos adoradores subieron a la colina del templo para orar. El fariseo fue al templo para que la gente lo viera orar, el publicano fue con la esperanza de que nadie se apercibiera de su presencia entre la multitud; el fariseo fue para guardar las apariencias, el publicano fue para hacer una petición.
Los destinatarios de esta parábola de Jesús eran una clase determinada de personas. A esas personas les gustaba la santurronería y estaban orgullosas de ello. Se dio cuenta de cómo trataban a quienes consideraban que pertenecían a una clase inferior. Vio su arrogancia incluso cuando pretendían adorar. Sabía que hacían gala de ello para impresionar a Dios y a los hombres.
Dios es el Dios de los encumbrados y de los humildes. «Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad y cuyo nombre es el Santo: "Yo habito en la altura y la santidad, pero habito también con el quebrantado y humilde de espíritu, para reavivar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los quebrantados"» (Isa. 57:15).
Ser humilde no significa pensar menos en uno mismo que en los demás y tampoco tiene nada que ver con tener una baja opinión de los propios dones.  Es la libertad de pensar en uno mismo del modo que sea.  Basado en Lucas 18:9-14.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

viernes, 26 de octubre de 2012

RED DE AMOR


«Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la playa la red llena de grandes pescados, ciento cincuenta y tres; y aunque eran tantos, la red no se rompió» (Juan 21:11).

Si hubiéramos estado caminando por la orilla del lago el día que Pedro capturó todos esos peces, habríamos quedado impresionados. A mí los peces grandes siempre me han asombrado.  Tengo un amigo que se llama Dan que trabajaba en un barco pesquero. Dan es un tipo grande y fuerte que mide casi dos metros de alto. Sin embargo, él tiene una foto con un pez que se llama fletán que es más grande que él. ¡Increíble!
El versículo de hoy dice que en la red había ciento cincuenta y tres pescados grandes y que esta no se rompía. Debe de haber sido una red muy fuerte, Jesús también es como un red fuerte para nosotros. Cuando estamos decepcionados, molestos, o alguien nos ha hecho daño, podemos caer en la seguridad de sus brazos. Él evitará que la vida nos «rompa» y nos haga daño.
La próxima vez que veas un bote pesquero, fíjate en sus redes, Al hacerlo, recuerda que aunque se puedan romper por el peso de los peces, Jesús nunca se dará por vencido contigo ni te dejará caer.  Él es el mayor pescador de todos, y está esperando para «atraparte» en su red de amor.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA


Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. (Romanos 8:28).

Si hay algo que recuerdo de mi infancia son las enseñanzas que mis padres nos trasmitieron. Se dice que hace algunos años, cuando no había modernos equipos de navegación, una flotilla de pescadores partió de un pequeño puerto canadiense en la madrugada. Los barcos debían regresar al atardecer, pero aquel día se desató una fuerte tempestad. Al caer la noche, ninguna de las naves había logrado regresar al puerto. Los hijos, las esposas, las madres y las novias de los pescadores pasaron la noche despiertos, observando nerviosamente la bahía, llenos de zozobra y rogando al cielo que salvara a sus seres queridos.  Para colmo, la casa de una familia piadosa se incendió debido a que el viento derribó una lámpara. Sus moradores quedaron a la intemperie.
Al llegar la mañana, para alegría de todos, la flotilla entera atracó en el puerto; todos a salvo. Sin embargo, la dueña de la casa siniestrada daba muestras de gran congoja. Apenas el marido puso pie en tierra, ella se le acercó y le dijo sollozando: «Amor mío, estamos arruinados, nuestra casa y todo lo que había en ella ha quedado convertido en cenizas». Sin embargo, el hombre exclamó: «Gracias a Dios por ese fuego, ya que nos ayudó a encontrar la entrada del puerto. De lo contrario, quizá todos habríamos perecido».

Mi padre decía una frase que recuerdo a diario: «No hay mal que por bien no venga». Reconozco que uno de los estímulos más grandes de mi vida han sido los consejos y oraciones de mis padres. Ellos siempre estuvieron presentes en los momentos difíciles de mi vida y recuerdo sus consejos cuando me decían: «Dios todo lo conoce. Espera en él». Esa es una receta que nunca falla. El gran Dios del universo es grande en misericordia y bondad. Él tiene propósitos definidos para tu vida. El que ve el fin desde el principio, sabe el porqué de las cosas.
Padre, permíteme entender el plan que tienes para mi vida. Ayúdame a aceptar tu voluntad. Perdona si algunas veces no te he comprendido. Sobre todo, dame las fuerzas para aceptar tu voluntad.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Griselda Chagoya

«EL PELOTÓN DE AGUIJONES»


No se relacionen con personas inmorales. 1 Corintios 5:9, NVI.

«El pelotón de aguijones». Este era el nombre de un grupo de adolescentes, de Lakewood, California, que un día decidieron competir sexualmente. El juego consistía en determinar cuál de ellos podría tener relaciones sexuales con el mayor número de muchachas. 
Cuando las autoridades descubrieron «el juego», algunos ya habían obtenido un puntaje superior a cincuenta. ¡Cada punto indicaba una relación sexual! (The New York Times, edición en línea, www.nytimes.com, 30 de marzo de 1993),  Esta es la desgracia que resulta cuando se cree, como muchos enseñan hoy día, que la virginidad es un problema; y que la promiscuidad sexual, una virtud. La realidad nos muestra exactamente lo opuesto: la promiscuidad sexual es un problema; la pureza sexual, una virtud. 
¿Por qué las relaciones sexuales prematrimoniales son un problema?  Porque los jóvenes se están involucrando en ellas con más frecuencia y a más temprana edad. Porque los embarazos adolescentes están aumentando y también los abortos, las madres solteras y las enfermedades de transmisión sexual.  Porque el daño espiritual, psicológico y moral que se produce es, a veces, irreparable. 
¿Y por qué la pureza sexual es una virtud? Porque los jóvenes que asumen este compromiso son dueños de dos dones muy preciosos que Dios les dio, y que nadie se los puede arrebatar sin su permiso: la pureza de su cuerpo y la capacidad de decidir qué conducta seguir en cada circunstancia. 
Señor, ayúdame a proteger mi cuerpo y mi corazón contra la impureza sexual.
A este grupo pertenece Sandra. Cuando en la universidad un joven la quiso manipular con el trillado «Si me amas, demuéstramelo», su respuesta fue categórica: «No te equivoques conmigo. No tengo relaciones sexuales con nadie. ¡En eso soy radical!». Y cuando alguien le preguntó el porqué de esta actitud tan firme, respondió: «La gente espera que tengas relaciones. Esa es la práctica. Pero yo me rebelo contra eso. No tengo relaciones sexuales [premaritales] porque quiero proteger mi corazón y mi cuerpo. Participar de ello equivale a dar demasiado de ambos» (David Marshall, Adventist Review [Revista adventista], 13 de noviembre de 2003, pp. 26-28).
En materia sexual, Sandra ya tomó su decisión: mantener pura para el matrimonio.
¿Y tú? ¿Ya tomaste tu decisión? 
Señor, ayúdame a proteger mi cuerpo y mi corazón contra la impureza sexual.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

PARTICIPE


«Cuando Job hubo orado por sus amigos Jehová le quitó la aflicción» (Job 42:10).

Hace unos años escribí un libro titulado Lord Keep Your Mansions -Just Save My Children [Señor, quédate con tus mansiones, pero salva a mis hijos]. En él hablo de algunos de los desafíos a los que, con el transcurso de los años, mi esposa Betty y yo hemos tenido que enfrentarnos para educar a nuestros cuatro hijos. Tanto en los buenos momentos como en los malos, se nos hizo evidente que, si Dios tenía que responder a nuestras oraciones por nuestros hijos, solo sería con nuestra cooperación y, en ocasiones, nuestra participación directa.
Nos dimos cuenta de que hay momentos en los que, además de no poder resolver un problema en particular, se corre el riesgo de empeorarlo. A veces, la mejor manera de cooperar es no hacer ni decir nada en absoluto. «Señor, bendice mi familia» es una noble oración, pero si el Señor tiene que bendecir nuestra familia, también tendremos que considerar cómo podemos colaborar con él para que eso sea posible.
A veces, cuando en la familia, en la iglesia o en el trabajo hay un problema, queremos llevarlo ante el Señor tomándolo con la punta de los dedos, el brazo bien estirado y tapándonos la nariz con la otra mano. En otras palabras, de tanto que apesta el problema, no queremos implicamos personalmente.
Canturreamos el estribillo: «Lleva tus cargas al Señor y déjalas», le endosamos el problema al Señor y echamos a correr tan rápido y tan lejos como podemos; cuanto más deprisa y más lejos mejor. 
Luego evitamos a la persona con la que tenemos el problema como si de un infectado se tratara. Si la vemos en el supermercado, cambiamos de pasillo; si sospechamos que quien está llamando al teléfono es esa persona, no atendemos; y, si alguien menciona su nombre, desviamos el tema de conversación.
¿Cómo esperamos que el Señor alcance a esa persona si no a través de quienes la conocen? ¿Qué piensa usted de quien abandona a su familia cuando el dinero se acaba? ¿Acaso seremos distintos si abandonamos a un amigo o a un familiar cuando las cosas van mal en su vida?
Tenemos el privilegio de llevar a nuestros familiares y amigos ante el Señor. Cuando lo haga, inclúyase usted mismo en la oración. Pídale al Señor que lo use del modo que él crea más conveniente para responderle. Basado en Lucas 10:1-8.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

jueves, 25 de octubre de 2012

BEBIENDO DE MÍA RAMA


«Había allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja y, poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca» (Juan 19:29, RV95).

Ellos tomaron una esponja llena de vinagre en un hisopo y la llevaron a la boca de Jesús. ¡Qué crueldad! Creo que todos sabemos qué es el vinagre y qué es una esponja, pero, ¿qué es un hisopo?
El hisopo es una planta que la gente de la antigüedad usaba como medicina. Tomaban las flores de la planta, las secaban, las ponían a hervir, les echaban miel y se las tomaban como té. Se dice que sabe parecido a la menta y que sirve para la gripe y los resfríos.
Si hubiéramos estado en Jerusalén el día que se describe en este versículo, habría sido una experiencia muy triste para ti y para mí. Ese fue el día en que Jesús murió en la cruz. Ellos tomaron esa esponja llena de vinagre y la colocaron en una rama de hisopo para darle algo de beber a Jesús. Pero eso de tomar vinagre suena muy desagradable. Lo cierto es que Jesús soportó todo ese dolor y sufrimiento por ti y por mí. Él nos ama demasiado.
Agradécele hoy todo lo que hizo escogiendo vivir para él. Así tu vida será mucho más agradable que el vinagre o el té de hisopo.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

IDEALES ACARICIADOS


Instruye el niño en su camino, y ni aún de viejo se apartará de ti. (Proverbios 22:66).

Quizá en algún momento de nuestra vida hemos pensado cómo desearíamos que fueran nuestros hijos. Quizá al ver cómo actúan o hablan algunos jóvenes o adultos, pensemos: «Ojalá que mi hijo o mi hija, sea así cuando sea mayor».
Muchas de nosotras quisiéramos educar a nuestros hijos para que lleguen a ser hombres y mujeres «conforme al corazón de Dios». Sin embargo, cada día se hace más difícil cumplir con dicho objetivo, ya que la sociedad se ha convertido en un ente que determina lo que es correcto o incorrecto. Como resultado hemos ido olvidando lo que realmente Dios espera que les enseñemos a nuestros hijos. Piensa en las siguientes observaciones:
  • Ser madre es tu principal tarea. Es una ocupación de tiempo completo, así como el trabajo más importante que jamás puedas desempeñar.
  • Comparte con tu esposo la responsabilidad de aplicar los principios y normas cristianas en el hogar. Los hijos adquieren mayor confianza y seguridad si ven que sus padres les dan un mismo ejemplo y que aplican una misma escala de valores.
  • Educa a tus hijos tomando en cuenta los principios bíblicos. Cada decisión que tomes, deberías modelarla según lo que Dios nos pide y enseña en su Palabra.
  • Estudia la Biblia con tus hijos y ora con ellos. Identifica y analiza los principios prácticos que podrían aplicarse a sus vidas.
  • Dedica un tiempo especial para conversar con cada uno de tus hijos. Mantén la comunicación abierta con ellos. Eso te ayudará a estar enterada de sus necesidades e inquietudes.
  • Sé un ejemplo para tus hijos. Si el objetivo es enseñarles a que tomen decisiones basadas en la Biblia y a ser cristianos verdaderos, tendrás que ser su principal modelo a seguir.
  • Recuerda que los hijos son un préstamo de Dios y que cada uno es diferente. Debes educar, tratar y disciplinar a cada uno de acuerdo con sus características especiales.
  • Cumple lo que has prometido. Los niños juzgan continuamente a sus padres y a los adultos que los rodean. Recuerda que ellos te están observando y aprendiendo de ti.


Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa